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39 Felipe Santos Rodríguez La comunicación estratégica (Stratcom) en los conflictos modernos: el caso de Afganistán la intervención en Kosovo. La arcadia de la “guerra sin bajas” situaba los nuevos conflictos en operaciones quirúrgicas donde la infantería era la convidada de piedra. Casi todas las operaciones terrestres, si se me permite el paralelismo, se desarrollaban en las salas de prensa, las portadas de los periódicos y las televisiones de todo el mundo. Allí, en ese terreno, tuvo lugar el primer atentado verdaderamente global, el 11 de septiembre de 2001. Después de los atentados, el filósofo André Glucksmann escribió: Una guerra ‘total’ ya no es una guerra entre Estados. No persigue la derrota de un Ejército ni la parálisis del centro de decisión política del contrario; su ambición sobrevuela esos objetivos, a fin de cuentas limitados. Más allá del Estado, su objetivo es la ciudad. Más allá del aparato militar, el conjunto de la población.9 El General retirado británico Rupert Smith escribió un libro sobre la naturaleza cambiante de los conflictos, que abundaba en la reflexión hecha por Glucksmann. Smith había participado en la Guerra del Golfo de 1991, y había sido NATO DSACEUR (Vicecomandante Supremo Aliado en Europa) en la campaña de Kosovo, en 1999. Entremedias, comandó UNPROFOR en Bosnia en 1995, el año de Srebrenica, aunque tal desaguisado le pilló por sorpresa mientras disfrutaba de sus vacaciones. Smith habla abiertamente de un nuevo tipo de conflicto. Manifiesta que estamos pasando de una “guerra industrial” a otra de un cariz totalmente distinto. La primera se inició con el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, y se ha extendido hasta el final de la Guerra Fría. Las dos guerras mundiales también se consideran “guerras industriales”. En el nuevo paradigma, prima la guerra entre distintos sectores de la población . El objetivo estratégico es ganar los corazones y las mentes, y la batalla se libra para captar la voluntad del pueblo, más que para destruir las fuerzas enemigas.10 Este nuevo tipo de guerra se caracteriza por las siguientes tendencias: En primer lugar, los fines por los que se lucha se corresponden mayoritariamente con objetivos surgidos por acción de los individuos o las sociedades, no tanto por parte de un Estado. En segundo lugar, combaten entre sí distintos grupos sociales, una situación que es amplificada por los medios de comunicación. Gracias a la prensa, se combate en cada casa tanto como en las calles o en el propio campo de batalla. En tercer lugar, los conflictos tienden a ser eternos. Sin límite de tiempo, se extienden de forma paralela a su proceso de resolución. Más aún cuando ha sido obtenida militarmente, ya que debe mantenerse hasta lograr un acuerdo o un resultado definitivo. Se combate para preservar la fuerza, usándola dentro del coste mínimo indispensable para conseguir el 9  GLUCKSMANN, André. “El fantasma del nihilismo”, Claves de Razón Práctica, nº 125, 2002, pp. 21-22. 10  Palabras de Rupert Smith, durante la presentación de su libro en el think tank Carnegie Council for Ethics in International Affairs (Nueva York, 24 de enero de 2007.


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