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55 Felipe Santos Rodríguez La comunicación estratégica (Stratcom) en los conflictos modernos: el caso de Afganistán provocar los temidos daños colaterales. “La necesidad de reducirlos ha devuelto la primacía a las fuerzas terrestres sobre el terreno frente a las acciones aéreas que causan más daños a la imagen propia y víctimas civiles que bajas en la insurgencia”.46 Tres semanas después de los primeros bombardeos, el vicepresidente Richard Cheney planteó la necesidad de conseguir algún objetivo militar cuando Estados Unidos parecía atascado en acciones aéreas sin sentido: “Queremos generar una sensación de que la victoria es inevitable, para que la gente se pase a nuestro bando”. El 31 de octubre, con la estrategia atascada en los bombardeos y la prensa hablando de Vietnam, el presidente Bush abre la reunión del Consejo de Seguridad Nacional de esa mañana con esta afirmación: “Estamos perdiendo la guerra de las relaciones públicas. No reconocen lo que estamos haciendo en Afganistán”.47 Con la operación militar de ocupación del terreno y control de las principales poblaciones del país, parecería que la misión podría darse por cumplida. De hecho, una vez que Karzai jura el cargo de presidente interino y la ISAF comienza su misión en la zona en enero de 2002, las operaciones militares se reducen a misiones específicas en el sur y el este del país contra talibanes que se han refugiado en las montañas y la búsqueda, sin fruto, del líder a Al Qaeda, Osama Bin Laden. El problema para los intereses de la coalición comenzará cuando los reductos talibanes y de Al Qaeda que han permanecido escondidos en el país durante esos meses empiezan a reorganizarse. Esto ocurrirá relativamente pronto, el verano de 2002, con un primer ataque dirigido a descabezar el gobierno del país. Karzai sobrevive a un atentado en septiembre de 2002. A lo largo de toda esa segunda parte del año, los ataques se van haciendo más y más constantes. No es una casualidad que, cuando la insurgencia empieza a salir de su escondite y se reorganiza, ocurriera el primer hecho desgraciado que comenzará a minar la credi-bilidad de las fuerzas norteamericanas frente a los afganos. En agosto de 2002 se tiene conocimiento de la matanza de prisioneros talibanes en Sheberghan. Durante el final de 2002 y todo 2003, el foco de atención gira hacia Irak. El propio gobierno norteamericano da por concluida la fase militar en Afganistán y abre una nueva de “estabilización y reconstrucción”, que recibirá un espaldarazo con la apro-bación de la constitución afgana en enero de 2004. En todo ese tiempo, Afganistán parece un problema encarrilado y, sin embargo, es la posguerra iraquí lo que empieza a dar quebraderos de cabeza a la administración estadounidense. Las cosas empiezan a torcerse en 2005, que se convierte en el peor año en bajas para 46  ARTEAGA, F. “Terrorismo, contrainsurgencia y opinión pública”, en JORDÁN, J., POZO, P. y GUINDO, M.G. (coords.) Terrorismo sin fronteras. Actores escenarios y respuestas en un mundo global. Cizur Menor: Aranzadi Thomson Reuters, 2010, p. 219. 47  WOODWARD, B. Bush en guerra. Barcelona: Península, 2003, p. 293.


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