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83 María Concepción Pérez Villalobos Los asesores militares de género y de protección de la infancia en los conflictos armados sociedad atribuye al hombre para, una vez concluida la contienda, verse nuevamente obligadas a retomar su rol tradicional en la sociedad, sin obtener ningún reconoci-miento o atención adecuada a sus circunstancias. La misma que sí se ha prestado a los hombres –combatientes- supervivientes; en cambio, la mujer no es objeto del mismo cuidado, ni en su salud ni en sus derechos. Podemos afirmar que, desde el nacimiento de las Naciones Unidas, la perspectiva internacional sobre la mujer, sobre su protección o su lugar en el mundo, no se ha impuesto en la agenda internacional hasta el último cuarto de siglo. La necesidad de construir un nuevo modelo de sociedad, donde la cultura de la paz y la igualdad de los géneros sean valores fundamentales, empieza a cobrar fuerza en la década de los 90 del siglo anterior, aunque la visión tradicional de la mujer respecto a la guerra o los conflictos ha sido muy parecida a lo largo de la historia y de las sociedades. La IV Conferencia Mundial de Mujeres, que se celebró en Beijing en 1995, representó un punto de inflexión en el tratamiento del género. A partir de Beijing, se considera que el cambio de la situación de las mujeres afecta a la sociedad en su conjunto. Por primera vez, se admite que no cabe un tratamiento sectorial, sino que debe integrarse en el conjunto de las políticas de los Estados15. La conferencia aprobó por unanimidad la Declaración y la Plataforma de Acción, que incorporaron un nuevo mecanismo de actuación denominado «gender mainstreaming» o transversalidad de la perspectiva de género. El mainstreaming supone la incorpo-ración de la perspectiva de género como una herramienta común para el diseño, la ejecución y evaluación de las políticas públicas, en cualquier ámbito. Aplicar una perspectiva de género exige un examen global de la sociedad, que contemple y analice los fundamentos, causas y estructuras de la desigualdad. Por consiguiente, la atención no enfoca solamente a las mujeres y a su condición jurídica y social, sino también a reorganizar las instituciones y a adoptar decisiones políticas y económicas a favor de la igualdad que afectan a la sociedad en su conjunto16. «La transformación fundamental que se produjo en Beijing fue reconocer la necesidad de trasladar el centro de la atención de la mujer al concepto de género, admitiendo que la estructura de la sociedad y las relaciones entre los hombres y las mujeres en su esfera debían ser reevaluadas. Únicamente mediante esa reestructuración fundamental de la sociedad y sus instituciones sería posible potenciar plenamente el papel de la mujer, para ocupar el lugar que le correspondía como participante en pie de igualdad con el hombre en todos los aspectos de la vida. Este cambio reafirmó firmemente que los derechos de la mujer eran 15  El protagonismo lo tuvieron de forma absoluta las asociaciones y organizaciones no guberna-mentales. La Conferencia representó un encuentro mundial de un gran número de feministas y aso-ciaciones de mujeres de todo el mundo. 16  PÉREZ VILLALOBOS, Mª Concepción: Mujer, paz y seguridad. El tratamiento del género en las Fuerzas Armadas, Granada: Editorial UGR, 2013, pp. 61 y 62.


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