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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 115

LA TECNOLOGÍA AL SERVICIO DE LA TÁCTICA: EVOLUCIÓN... 235 valeció la idea de que las piezas gruesas eran más aptas para las distintas mi-siones susceptibles de ser encomendadas a la artillería. Solo prusianos y aus-triacos sintieron la necesidad de aligerar todos sus calibres para que pudieran seguir el compás de las operaciones, diferenciando los destinados a servir en la guerra de sitio o en la batalla campal. De aquí nacieron cañones más cortos y con menos metal, testados en numerosas experiencias hasta conseguir los alcances y la robustez deseados, en definitiva, una artillería tan móvil como el resto de unidades del ejército. En la guerra de los Siete Años, Europa volvió a ser testigo de la efi-cacia de esta artillería ligera, evidencia que precipitó en Francia la reforma de Gribeauval, pronto imitada por otras potencias. Los resultados logrados en Francia fueron alabados por los partidarios de los ejércitos maniobreros, admiradores de la táctica del gran Federico. En palabras de Guibert (†1790): «Nuestra artillería es más simple, más ingeniosa, más fácil de mo-ver; su ejecución es la más precisa y la más mortífera. (…) No reflexionar sobre la artillería, no hacerla entrar para nada en las combinaciones de la táctica, es un error que la experiencia y la razón condenan»27. En la reflexión táctica de Guibert, la artillería de campaña sirve para apoyar a las tropas, sostenerlas en el combate y limitar los terrenos que pueden ocupar las enemigas. Un cañón considerado individualmente vale de poco; cuando se forman baterías que solapan sus fuegos, que disparan en enfilada sobre espacios y no sobre puntos fijos, entonces la artillería puede ofrecer su máximo rendimiento. Guibert no es partidario de aumentar de forma exagerada el número de bocas de fuego de un ejército, sino más bien aboga por utilizar de manera óptima las necesarias, servidas todas por arti-lleros. Para un ejército de 100 batallones propone 20 obuses y 150 cañones: 100 de los calibres 16, 12 y 8 libras; y 50 de 4 libras (desaprueba el uso de los cañones regimentales). Esta artillería debe ser capaz de maniobrar según las circunstancias del combate, acudiendo a los puestos donde sea más útil. Por último, Guibert integra la artillería de parque en su modelo divisionario, de forma que a cada división de infantería le correspondía su división de artillería para marchar y combatir unidas, además de una división de reser-va de ejército, compuesta de calibres gruesos y obuses, y una división de vanguardia para proporcionar mayor potencia de fuego a las unidades que actúan de avanzadas28. 27  GUIBERT: op. cit. (I), pp. 446 y 449. 28  Ibídem, p. 450 y ss. Revista de Historia Militar, 115 (2014), pp. 219-250. ISSN: 0482-5748


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