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LA LEGION 531

Reportaje Central<< Arriba. El capitán D. Pablo Arredondo Acuña, vistiendo el uniforme de La Legión . El primer destino de Arredondo Acuña sería el Batallón de Cazadores de Barbastro nº 4, por entonces de acuartelado en Alcalá de Henares; en esta ciudad tuvo su primer contacto con la vida de guarnición. Pero no estaría mucho tiempo en ella, apenas un año y medio más tarde sería destinado a otro Batallón de Cazadores, en este caso el Arapiles nº 9, con el que continuó de guarnición en Alcalá de Henares hasta el 7 de mayo de 1913. El Batallón de Cazadores de Arapiles quedaba encuadrado en la Brigada de Cazadores, mandada por el General Primo de Rivera, junto con los batallones de la misma clase Barbastro nº 4 y Llerena nº 11. Pablo Arredondo llega a Algeciras el día 9 de mayo con su unidad, y embarca en el vapor “Canalejas”, llegando a Ceuta en el mismo día. Allí permanece en la línea exterior de la plaza en el Fuerte del Serrallo, hasta el 23 del mismo mes cuando el Batallón de Arapiles se traslada, en una marcha de dos jornadas, desde Ceuta a Tetuán, pasando por el Rincón del Medik, don- GHVHKDEtDHQWUDGRSDFt¿FDPHQWHWDQVyORWUHV meses antes, el 19 de febrero. Al día siguiente de llegar a Tetuán, el 25 de mayo, tuvo Pablo su primer contacto con la vida de posición, al ser destacado con su compañía a la de Yebel Denia. Unos días más tarde entraría por primera vez en combate, más bien una escaramuza, al salir a dispersar a un grupo de moros que habían causado con anterioridad algunas bajas al destacamento encargado de hacer la aguada para la posición. Después de haber dejado su Compañía en la posición de Yebel Denia y reintegrarse al Batallón de Tetuán, toma parte en su primer combate serio que constituirá a la vez su bautismo de fuego y su bautismo de sangre, al participar en la acción de Laucien, lo que le valdrá a la postre, la concesión de la primera Laureada. Para conocer la entidad de las acciones en la que tomó parte, vayamos a la lectura de su hoja de servicios: “El 11 de junio de 1913, a las órdenes de su Teniente Coronel D. Alfredo de Castro Otaño, salió con el objeto de tomar posiciones a mitad de distancia del puente Buscejo y proteger el repliegue de la columna y convoy mandados por el Excmo. Señor General de Brigada Don Miguel Primo de Rivera, entablándose reñidísimo combate con el enemigo que interrumpía el paso a dicha columna dando por resultado de la operación el paso del referido convoy, hasta que por la noche se efectuó el repliegue al campamento, sosteniendo nutrido fuego con el enemigo que en grupos numerosos atacaban la retaguardia del Batallón constituida por la 3ª compañía que era a la que HVWH R¿FLDO SHUWHQHFtD sosteniéndola por escalones sucesivos con el mayor orden a pesar de la oscuridad y formando con su sección el último escalón, rechazando las acometidas furiosas del enemigo que causó a esta compañía bastantes bajas y resultando KHULGR JUDYH HVWH R¿FLDO quién continuó, no obstante en su puesto al mando de su sección, hasta llegar al campamento de Tetuán a las diez de la noche, ingresando entonces en el hospital de sangre….” Hasta aquí el escueto UHODWR R¿FLDO GH ORV KH chos, pero esa noche el teniente Arredondo, empieza a escribir sus páginas en el libro de los héroes de la Patria: El Batallón Arapiles ocupa unas alturas para mejor proteger una columna que trasladaba muertos y heridos. Inmediatamente se vieron atacados por gran número de enemigos de las Harcas del Raisuni que volcaban toda su potencia sobre la indefensa columna en retirada. Durante un buen rato los cazadores de Arapiles opusieron fuerte resistencia para dar tiempo al repliegue de la columna, pero llegó un momento en que se vieron prácticamente cercados por el enemigo, por lo cual el Jefe del Batallón ordenó, ya avanzada la tarde, el repliegue del mismo. Empezó con orden, por escalones que se apoyaban sucesivamente, pero cuando las som- EUDVGHODQRFKHHPSHDURQDGL¿FXOWDUODYLVL bilidad, el enemigo, aprovechando su perfecto conocimiento del terreno, se movió muy ágilmente, desorientando la reacción española. Por la izquierda del despliegue se bate el teniente Arredondo. Cumpliendo con la orden de repliegue, acaba de abandonar un grupo de rocas desde donde ha mantenido a raya al enemigo. Apenas se ha alejado unos cien metros, cuando los moros, dueños ahora de las rocas, desencadenan un fuego mortífero que no sólo les alcanza a ellos, sino que bate a las otras secciones en movimiento. Las bajas crecen de modo alarmante, Arredondo quiere contrarrestar el efecto que los heridos producen en sus compañeros y grita: ¡Muchachos! ¡Tenemos que volver! ¡Echadlos de las rocas! ¡Adelante, cazadores! ¡A por ellos! La reacción es instantánea, los soldados corren 531 · II-2015 31


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