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212 FERNANDO CALVO GONZÁLEZ-REGUERAL como ésta: «La infantería. La tarea de la infantería permanece esencialmente inalterada a pesar de los adelantos técnicos …. El principal cambio de cara al infante es que su principal desventaja, la lentitud, puede ser vencida gracias al motor»50, lo que demuestra la lejanía de los mandos británicos de haber entendido la lección de la guerra acorazada. Volviendo a nuestro autor, antes de que Churchill llegara al poder, época en la que empezaría la larga cuarentena de Fuller, el retirado general fue llamado a consultas por el jefe supremo del Estado Mayor Imperial, a la sazón Ironside, lo que demuestra que al final sus viejos camaradas no podían olvidarse de él y, en un momento crítico, sintieron la necesidad de recabar su opinión. Al parecer, Ironside le dijo textualmente que ojalá estuviera a su lado, si bien los políticos lo habían proscrito. Su viejo compañero en el Cuartel General del Tank Corps y a su vez pionero de los carros, LeQ Martel, también quiso rescatarlo para impulsar el desarrollo técnico y táctico de una nueva generación de vehículos ingleses, al considerarlo el hombre más apropiado para tal misión (viendo esos monstruos de carros ingleses a lo Churchill uno ve claramente que el empeño no fructificó…). No obstante, cuando sir Winston llegó al poder y emprendió la purga, por otra parte lógica, de los fascistas ingleses de Mosley, a pesar de salvar de la quema a Fuller al no arrestarlo, lo sometió a estrecha vigilancia y lo ninguneó, dolido por las críticas que el escritor había vertido contra él a cuenta de Gallipolí y otras «genialidades» del estadista británico (también fue postergado y vigilado el mucho más templado Liddell Hart). Y es que en eso, Churchill sí hacía caso de las palabras del de Chichester, quien había proclamado que Inglaterra necesitaba un dictador para afrontar la guerra que se avecinaba… Quizá sea el momento de revisar la relación entre ambos pensadores. Desde el acercamiento de Fuller a Mosley a mediados de los treinta, Hart, hombre cauto por naturaleza y de formación antagónica al fascismo, se distanció del que consideraba su maestro. La asistencia de Fuller al cumpleaños de Hitler debió repugnarle particularmente, y su correspondencia durante estos años «oscuros» es prácticamente inexistente. El ostracismo al que al final serían confinados, la percepción de estar asistiendo a una guerra decisiva y el común desprecio por la estrategia con que los aliados estaban conduciendo la nueva conflagración mundial, volvería empero a unirlos allá por el año 42, en que retoman la relación. Sus críticas, focalizadas en su pri- 50  WAR OFFICE: Engines of War (The Mechanised Army in Action). Adam and Charles Black, Londres, 1941, pág. 55. Revista de Historia Militar, 114 (2013), pp. 157-236. ISSN: 0482-5748


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