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LA LEGION 530

>> Colaboraciones >> Actividades LEGIO PATRIA NOSTRA: CAMERONE “El coraje, hasta la temeridad, es el gran reproche que se puede hacer a los españoles de la División. Eran sólo hombres, pero hombres de verdad” (D.H, capitán de la División Valona), D. Jesús Guzmán Villaverde Teniente (R) Entre 1857 y 1860, México se sumió en una guerra civil entre los partidarios del conservador Féliz Zuloaga y los del liberal Benito Juárez, venciendo éste último, pero quedando la capital en manos de Zuloaga. Tras un grave revés, Juárez hubo de refugiarse en Panamá, de donde regresó en 1858 apoyado por Estados Unidos, quien reconoció ofi cialmente el gobierno establecido en Veracruz el 6 de abril de 1859. La guerra continuó hasta la victoria de Capulcapán, el 22 de diciembre de 1860. El confl icto recién terminado había dejado tan exhausto a México que Juárez confi scó los bienes eclesiásticos y suspendió el pago de la deuda externa al año siguiente, fi jando una moratoria de dos años. En consecuencia, los tres principales acreedores enviaron un cuerpo expedicionario desembarcando en Veracruz el 13 de enero de 1862 (700 soldados británicos, mandados por Sir Charles Wicke, 6.000 españoles al mando del general Prim y 2.500 franceses a las órdenes del general Dubois de Saligny) reclamando lo debido. Con el fi n de evitar la guerra, Juárez ordenó a su ejército no oponer resistencia, entablando casi de inmediato un diálogo con los comandantes de los tres países. El 19 de febrero de ese año se fi rmaban los tratados preliminares de La Soledad, comprometiéndose México a cancelar su deuda externa a través de la emisión de bonos de garantía, solución admitida por Madrid y por Londres (que retiraban sus tropas en abril), pero no por París, que deseaba aprovechar la sangría en la que se hallaba sumida Norteamérica –en plena guerra de Secesión- para expandir su imperio en México: Napoleón III envió 4.000 soldados al mando del general De Lorencez para reforzar al contingente ya allí desplegado y ofreciendo la corona al príncipe Maximiliano, hermano del emperador austriaco Francisco José. Y es aquí donde aparece en escena un protagonista hispano: Alonso Bernardo era un joven español al que su mísera existencia, lo llevó a enrolarse en la Legión Extranjera. Había nacido en Asturias. Estaba aprendiendo el ofi cio de albañil, aunque en su infancia había sido vaquerizo en su tierra y, posteriormente, cargador en el puerto de San Sebastián y mozo de hospedaje en Bayona… En 1863, Bernardo se encuentra en México, huyendo de su miseria y el destino termina sorprendiéndolo integrado en la 3ª Compañía del 1er Batallón del Regimiento Extranjero, asediada dentro del corral de una hacienda mexicana ubicada en el camino entre Puebla y Veracruz. Se podían haber rendido incluso con respeto de sus vidas y de su propia honra militar, pero en aquellos instantes de sangre y fuego, de locura y de gloria, saltó el impulso del deber por el que deciden luchar hasta el fi nal y morir matando. Se impuso ese cumplimiento del deber que les hizo enfrentarse a bayoneta calada con la muerte. Todos resistieron, nadie optó por la rendición o decidió desertar. Todos habían recuperado entre aquellas paredes el sentido de la dignidad que la vida les había arrebatado. Es así cómo se comportaba Alonso Bernardo, pues los legionarios de Camerone no escondieron un pasado vergonzoso, sino que ocultaban una vida dura, de pobreza, de amores rotos o simplemente, de otras guerras, pues cuando se aprieta el cuerpo se engrandece el alma… El ejército francés del general Forey estaba sitiando Puebla. Temiendo un corte de los suministros, se envió un convoy con tres millones de francos y una gran carga de munición para el asedio. La 3ª Compañía debería escoltar el convoy, pero la unidad carecía de ofi ciales. Por ello, el capitán Danjou, adjunto del Regimiento, asumió el mando. De este modo, el 30 de abril, la compañía partía. A las 7 de la mañana, Danjou ordenó un alto y mandó preparar café, descanso que se vio interrumpido por la súbita arremetida de 800 jinetes mexicanos. El ofi cial francés ordenó formar en cuadro y se retiró, no sin antes causar numerosas bajas a la caballería atacante. Buscando una posición más defendible que el campo abierto, Danjou ocupó la Hacienda Camarón, un grupo de naves rodeadas de un muro de tres metros de altura y se aprestó a la defensa y al asedio seguro… Pero mejor que narrar lo allí sucedido, transcribimos el relato ofi cial de Camerone, que cada 30 de abril se lee delante de las tropas de la Legión Extranjera, en cualquier parte del mundo allí donde se encuentren desplegadas: 52 530 · I-2015


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