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200 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 0 / 2012 Actualmente, la juventud universitaria vinculada a la Hermandad tiende a conceder mayor espontaneidad a la organización que otorgada por sus predecesores. Su red de conexión se vale del uso de las nuevas tecnologías. Alrededor del 70% de los visitantes egipcios de las páginas web son Hermanos Musulmanes. Rechazan la jerarquización interna en la elección de los cargos como uno de sus aspectos doctrinales. Están más próximos a entender la práctica del Islam como vivencia personal, lo que en principio facilitaría su compenetración con un sistema multipartidista, incluso en un Estado de base secular. Es obvio también que existe una brecha generacional. En ello radica el principal desafío del Movimiento y su evolución ideológica en el futuro cercano. No por ello sus ideales dejan de ser compatibles con los pilares del Islam; de hecho, mu-chas de las voces reformadoras se sostienen en el principio del Iytihad14, que sería esa capacidad de renovación y adaptación a las sociedades modernas. Más allá de estas diferencias ideológicas, cabe señalar es que los principios doctrina-les actuales del Movimiento son el resultado de la vuelta –según ellos definitiva- a su origen moderado. Estas bases no se han visto alteradas ni con su entrada en la política. Ello ha facilitado que después de este largo camino recorrido, de cara a las primeras elecciones libres en Egipto, celebradas a finales de 2011 e inicios de 2012, los Hermanos Musulmanes constituyeran tres partidos políticos: el Partido de la Libertad y Justicia (PLJ) (Hizb al-Huriya ua al-Adl), recientemente creado; el Partido de Centro (al- Wasat), fundado en 1996 pero legalizado ahora; y el de los jóvenes, el Partido Actual de Egipto (al-Tayyar al-Mesry). Las diferencias de los tres partidos creados están más localizadas en su grado de pragmatismo; en sus deseos de integración en el parlamentarismo democrático y tole-rancia política, más que en su ideario. Una vez dado este paso, la expresión al uso entre los miembros de la Hermandad es “democracia islámica”, puesto que no consideran el orden del Islam sea incompatible con las demandas actuales de libertad, consulta ciudadana, igualdad de derechos y educación de la mujer o la adaptación de las tecno-logías occidentales en los progresos cotidianos. Por último, existen elementos comunes a todas las ramas de los Hermanos Mu-sulmanes, al no ser un movimiento uniforme. Para cualquiera de ellos, por encima de su agenda política está la social, humanitaria, caritativa o educativa, que es lo que consideran que les ayudará a trasformar la sociedad en ejemplar. De ello se espera la expansión del paradigma musulmán como la base de la gobernanza mundial. Según el legado de Al-Banna15, este anhelo deberá ser alcanzado de forma gradual, a través de una serie de fases pacíficas de reformas sociales y políticas. 14  Orti Pérez, Juan: “Islam y Democracia”, Boletín de Información, nº 280. Madrid, CESEDEN, 2003. Pg. 43. 15  El legado de Al-Banna se recogió en una serie de cartas que redactó para sus seguidores, que cons-tituyen lo que se conoce como teoría del “Gradualismo”.


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