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238 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 0 / 2012 comunidad educativa una de las más castigadas19. Del mismo modo, en los últimos años se puede constatar una sofisticación de la insurgencia que se ha hecho patente, de un lado, en la perpetración de atentados más elaborados y mejor coordinados -aunque su estructura organizativa sigue basada en células independientes altamente comparti-mentadas-. De otro lado, se ha traducido en un cambio de estrategia, con la selección intencionada de víctimas entre los budistas y musulmanes que trabajan o colaboran con el gobierno –los Munafiks o hipócritas-20. Las cifras enumeradas expresan por sí mismas la magnitud de la violencia. A su vez ponen de manifiesto que, tras años de fracasadas conversaciones con los sucesivos gobiernos, –las últimas iniciadas en agosto de 2012-21, el Estado tailandés sigue sin aproximarse al problema desde una perspectiva multidisciplinar, necesaria para abordar un conflicto que, desde luego, no responde a parámetros convencionales. Aquí es el ejército, no el ejecutivo, el que tiene un papel preponderante, en el manejo de la insurgencia. En la actualidad, como se ha descrito a lo largo de estas páginas, Tailandia sigue viviendo momentos de inestabilidad política que amenazan su gobernabilidad, lo que hace también más vulnerables a los grupos insurgentes a una futura infiltración de la Jemaah Islamiyah (JI) o agrupaciones afines. Al mismo tiempo, la falta de continuidad en el desarrollo de políticas adecuadas para contrarrestar el infradesarrollo económico, político, educativo y social de esta parte del sur del país, por parte de un Estado tailan-dés fuertemente centralizado en Bangkok, enconan la amenaza22. Los atentados se siguen sucediendo a diario en esta zona del sudeste asiático, en-quistando así uno de los conflictos internos más sangrientos, que se erige, a su vez, en uno de los mayores riesgos y amenazas para la seguridad, el orden político, los intere-ses nacionales del Estado tailandés y la libertad de los ciudadanos. CONCLUSIONES La resolución final del moderno conflicto tailandés -el más intenso en la historia contemporánea de ese país-, debería materializarse en la reconciliación nacional. Sin 19 � Fuente: Southern Violence January 2004 to February 2012, Deep South Watch/Prince of Songkla University, Pattani Campus, Thailand, 2012. 20 � En relación a las víctimas musulmanas de la insurgencia, vid, Watcharin Komolmalai, Metta Kuning, and Don McNeil, “Muslim Victims of Terrorism Violence in Southern Thailand”, Interna-tional Journal of Business and Social Science, Vol 3, No 13, July 2012, pp. 114-119 21  Es importante apuntar el fracaso de la Comisión de Reconciliación Nacional, puesta en marcha en 2005. Fecha a partir de la cual el conflicto se elevó a sus más altas cotas de enfrentamiento. 22  Para un análisis más detallado de la violencia tras las elecciones de 2011, vid, Srisompob Jitpi-romsri, “The Protacted violence amidst the Unstable Political Situation after 2011 Elections”, Deep South Watch Center for Conflict Studies and Cultural Diversity, Prince of Songkla University, Pattani Campus, Thailand, September 2011, pp. 1-16.


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