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REVISTA HISTORIA MILITAR EXTRA II 2014

22 ANDRÉS CASSINELLO PÉREZ Esa lucha en la retaguardia fue languideciendo al paso de los meses; los intentos de los barceloneses de impulsarla mediante el envío de unas y otras partidas no tuvieron efecto y, lo que parecía formidable en enero, apenas de-jaba rastro tres meses más tarde. Nebot acabó entregándose a los borbónicos en Tarragona, la misma ciudad que había tratado de conquistar tres meses antes y muchos de los somatenes se transformaron en bandidos, causando no pocos males a la misma población civil que antes parecían defender. La persistencia de este bandidaje llevaría a Felipe V, unos años más tarde, a crear los mozos de escuadra para luchar frente a ellos. LAS ÚLTIMAS DECISIONES DE PÓPOLI El 22 de mayo se iniciaba el bombardeo continuo sobre Barcelona, que no se interrumpe hasta al 7 de julio. El 27 de este último mes Pópoli soli-citó la capitulación de Barcelona para alcanzar el perdón real. No se logró la capitulación, pero los barceloneses estimaron que la paz de Rastadt, que había supuesto el cese de las hostilidades entre Francia y Austria, implicaba la retirada de las tropas francesas, auxiliares de Pópoli, ya que ellos se con-sideraban súbditos del emperador. El 24 de abril enviaron un parlamentario a entrevistarse con el general Guerchy, que mandaba esas tropas ante Barce-lona, pero este le contestó que no se retiraba y que pactaran la capitulación de la ciudad con Pópoli y Orry, el ministro de Hacienda de Felipe V.19 Hubo más conversaciones entre el 3 y el 5 de mayo, pero los enviados de la ciudad sitiada insistían en la conservación de los privilegios concedidos por el archiduque. El 12 de ese mes reiniciaron el fuego los sitiados y el 17 los sitiadores ocuparon el convento de Jesús. Mientras, las autoridades de la ciudad se carteaban con el emperador y con la reina de Inglaterra. El 22 de abril llegaron al puerto de la ciudad dos fragatas mallorquinas, con seis cartas del ya emperador y de la emperatriz, en las que las promesas de ayuda se ajustaban a ofrecer «las asistencias que se hagan arbitrables en la posi-bilidad ». Claro está que careciendo de medios navales y habiendo retirado ya a las tropas austriacas de Stharemberg, las palabras de Carlos eran total-mente vacías, aunque los barceloneses no las consideraran así, celebrando un tedeum en la catedral y haciendo salvas, como si los ejércitos imperiales estuvieran prontos a llegar20. Pero no fueron las últimas cartas, porque el 28 de mayo volvería el emperador, en una lacrimosa carta, a insistir en su amor 19  LLAVE (de la): Págs. 106 y siguientes. 20  LLAVE (de la): Pág. 106. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2014, pp. 13-28. ISSN: 0482-5748


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