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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 129

DAVID RUBIO MáRqUEz perjuicio de que se construyeran «cuatro cruceros a propósito para el caso de un conflicto en África». El coronel seguía enhebrando objeciones: «Los tres acorazados no servirán siquiera para defender las bases navales. En 1918, cuando presumiblemente estén operativos, ¿cómo se podrán oponer a los 34 de Francia, 38 de Alemania o los más de 60 de Reino Unido?». y, como remate a su repudio de los acorazados, argüía que su construcción en España los encarecería un 40 por 100 respecto de su coste si fuesen encargados a astilleros extranjeros. Macià confiaba en cambio en el papel militar de los sumergibles: «Desde luego, con submarinos o con sumergibles sería de todo punto imposible el bloqueo de una plaza, que es una de las funciones más importantes de una escuadra». Cerraba su intervención con dos propuestas polémicas: la reunificación de los Ministerios de Guerra y Marina en un Ministerio de Defensa Nacional, y la homologación de los cañones costeros —de cuyo manejo, sugería, debían encargarse marineros— y los de los barcos de guerra (11). El diputado juan Ventosa Calvell, cofundador con Francesc Cambó de la Lliga Regionalista, sostenía que España no debía construir nuevos barcos, toda vez que los tres proyectados eran «insuficientes para la defensa del litoral español»; el país más bien tenía que aprovechar su «posición estratégica para firmar alianzas con potencias navales», y reforzar al propio tiempo las bases navales. Desconfiando, al igual que Macià, de los astilleros nacionales (12), Ventosa demandaba tanto la potenciación de la marina mercante como la mejora de la Administración naval. Inspirándose en el pensamiento de joaquín Costa, el diputado de Solidaritat Amadeu Hurtado Miró aducía que España no contaba con suficientes recursos económicos para construir una escuadra de combate moderna: «Los escasos recursos existentes deben invertirse en otras prioridades, especialmente educación (…) Para la creación de riqueza, imprescindible para el desarrollo de los planes navales, es necesario potenciar previamente tanto la marina mercante como el comercio nacional. Precisamente, la finalidad última de la escuadra deberá ser proteger nuestro comercio internacional. Una vez conseguidos los recursos necesarios, se abordaría la construcción de la totalidad de la escuadra y no, como proponía el proyecto, por fases» (13). Así pues, Hurtado, como Ventosa, entendía que el único modo de garantizar la defensa de las costas españolas era concertar una alianza con alguna potencia europea, a la que en contraprestación se le permitiría instalar en territorio nacional bases (11) Su oposición frontal a que los marinos se encargasen de la defensa de las costas españolas, en La Correspondencia Militar de 23 de noviembre de 1907. Con el título «¡Alerta! Cuestión grave», se recordaba su divorcio con el Ejército y se tachaba de amenaza la propuesta de Macià. (12) Citando al propio Antonio Maura en defensa de sus tesis afirmaba: «No existe ninguna garantía de éxito en la construcción de barcos por la industria nacional». (13) «España no tiene remedio. Rebaja el presupuesto de instrucción pública y decreta una escuadra. Es inútil pelear ya: ha sonado Villalar. Ayer fue día de pelear como caballeros, y hoy es día de llorar como Boabdil». 60 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 129


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