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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 129

DAVID RUBIO MáRqUEz palaciega y el país». Frente a la dictadura parlamentaria («la votación del día 30 no fue un acto de un Parlamento: fue una dictadura de notables liándose la manta a la cabeza y haciéndole una higa al país») propone la solución radical de no pagar: «¿Tienes gusto en jugar a los acorazados y a los torpederos? Pues págatelos». Para defender sus tesis invoca a Francisco Silvela, quien en 1903 reconocía que «el país era resueltamente hostil a todo intento de construcción de escuadra, y que el régimen parlamentario se gobierna con la opinión y no en contra ella». Pues bien: poniendo del revés la doctrina de Silvela, se había emprendido la construcción de una escuadra «contrariando la voluntad del país». A juicio de Costa, España tenía otras prioridades, de tal forma que «primero se rehaga el país, triplicando por lo menos su producción agraria, minera e industrial, disminuyendo en un tercio, por lo menos el número de analfabetos y en otro tanto el atraso marroquí (sic) de los que presumen no serlo, mejorando en un tercio la ración alimenticia del proletariado de levita, de chaqueta y de blusa». Por otra parte, en cuanto a los barcos proyectados, argumenta que «el material flotante no constituye por sí solo una Marina ni da la más insignificante cantidad de poder marítimo». Sostiene que nada ha variado, que no se han aprovechado las enseñanzas del Desastre, pues ahora se reincide en los mismos errores. Antes de construir barcos se deberían adoptar otra serie de medidas, como por ejemplo: 1.ª preparar el personal destinado a prestar servicio o dirigir la administración de Marina; 2.ª mejorar la preparación de la oficialidad de la Armada, dedicando el suficiente celo a la investigación; 3.ª alimentar la vocación marinera del personal de la Armada, para que se sienta atraído por los destinos a bordo y no por los de tierra; 4.ª incrementar el presupuesto destinado a la renovación y mantenimiento del material flotante; 5.ª introducir mejoras en los puertos militares. España, «que no ha demostrado nunca aptitudes para ser potencia marítima », debe plantearse cerrar con «doble llave al sepulcro de Ensenada para que no vuelva a construir» (17). Una frase de este largo informe puede resumir la actitud de Costa frente a los problemas de la Marina de Guerra en 1907: «A nuestros personales sucesores y a nosotros mismos decimos: ¡para escuela y defensa, sí; para barcos, no!». Costa reconoce, a modo de conclusión de su largo artículo, que en 1883 había escrito que «solo será digno de vida quien pueda invocar para conservarla los únicos títulos valederos en el momento, (17) El 12 de febrero de 1906, con motivo de la Asamblea Municipal Republicana, joaquín Costa había pronunciado en el Teatro Pignatelli de Zaragoza un discurso en el que adelantaba gran parte de sus argumentos de 1907: «Escuadra, si alguna vez hemos de tenerlas, han de darse por añadidura. Mientras tanto, doble llave al sepulcro de Ensenada para que no vuelva a construir». 62 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 129


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