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MEMORIAL INFANTERIA 70

ASPECTOS INSTITUCIONALES Imagen 7 Mención aparte es el conocimiento de idiomas. Hoy en día para el infante, aunque con diferente nivel de exigencia en función de la responsabilidad, saber expresarse en inglés, aunque sea mediante sistemas sencillos, para la tropa, como es el de una simple chuleta, es vital. Siempre pongo como ejemplo la muerte de un compañero en Afganistán, inicialmente solo herido, por la incapacidad de poderse comunicar en inglés por nadie del pelotón al paso de un helicóptero de ISAF, para proceder a su evacuación. Hasta en el nivel elemental del soldado, el poder comunicarse facilita la interoperabilidad y salva vidas. Los idiomas precisan atención y perfeccionamiento continuo, con independencia de la proyección de carrera que suponen. Guste o no guste, con la disciplina: hay que estudiar idiomas. Un breve apunte de las cualidades físicas. Para un infante el cuerpo es su herramienta básica. Si no está en forma, peor cumplirá su misión. No se trata de ser atletas. Hablo de estar permanentemente en forma, con capacidad de pasar los test de educación física con holgura. El fondo físico, el desarrollo de la carrera de resistencia es la primera prioridad para aguantar la dureza del combate. Un infante gordo, pasado de peso, mal puede rendir, y mal puede ser capaz de ayudar a sus compañeros. Estar en forma no solo es un deber consigo mismo, lo es también con el compañero al que apoyas. Meto en este capítulo, también, el tiro. No es una cualidad física pero sí es una destreza ligada a la forma física. El ejercicio de prácticas de tiro debe ser constante en vuestra vida. Este teniente general que os habla, todavía va al tiro un par de veces al año. Y hasta aquí lo que precisas en la parte del emblema conformado por la espada y el mosquete. Pasemos a hablar de la corneta: cómo ser un buen jefe de Infantería. El primer requisito es ser buen infante. En este oficio no puede ser buen jefe de pelotón o sección el que no es buen soldado. Seréis su líder al que imitar. Querrán ser como tú, deben elegirte como el modelo a imitar, y si no eres un buen referente, un buen ejemplo, de poco les valdrás. Si en la primera carrera no aguantas su ritmo, si no conoces las armas como ellos, o si les fallas en un tema de lealtad en el que reclaman tu intervención ante un problema particular de uno de ellos, poco podrás ofrecerles como líder. En una unidad de Infantería el jefe debe reunir unas condiciones medias que le hagan ser superior al resto. Si tú les fallas, fallará tu unidad; la simbiosis entre la corneta y la espada y el mosquete no se producirá. Un jefe de unidad de Infantería se debe principalmente a la misión recibida. La misión es sagrada; es nuestra guía y a su exacto y preciso cumplimiento se debe dedicar todo el esfuerzo. Junto a la misión la vida de tus hombres ocupa la siguiente responsabilidad. Son hombres y mujeres que España pone en tus manos, con una familia, a los que debes evitar los riesgos innecesarios para cumplir la misión. El tercer deber es ser fiel a lo que eres: miembro de la Infantería española; la que no se rinde, la que no descansa, la que todo lo aguanta. Ayer en Flandes o América, hoy en Centroáfrica, Malí o Afganistán seguimos con el mismo espíritu. Somos Infantería de primera división. De las que juegan en «la champion», no lo olvides. El mando de las unidades de Infantería se ejerce con exigencia, mandamos guerreros que arriesgarán su vida siguiéndote. Exigencia en la preparación de las actividades y exigencia en la ejecución. Rigor en el cumplimiento del deber, precisión y exactitud en lo que se hace, espíritu de superación permanente, máxima dedicación a cada esfuerzo, procurando hacer cualquier tarea lo mejor posible; nunca conformismo: mano de hierro en el trabajo. Pero también en guante de seda. El otro lado de la moneda. El soldado de Infantería «todo lo sufre, todo lo aguanta, menos que le hablen alto» decía Cela, en sus célebres versos a la Infantería en A pie y sin dinero. También ·en el verso de Calderón se habla de «la cortesía, el buen trato, la verdad y la fineza». El infante, sometido a una vida dura y a un trabajo exigente precisa un trato cercano de su jefe. La cercanía, la exquisita educación unida a un trato afable, el reconocimiento a los esfuerzos, el acoger favorablemente cualquier sugerencia que salga de un subordinado, ser generoso en premios y elogios cuando se merezcan, la comprensión y apoyo ante los problemas personales, incluso las comidas de unidad, no están reñidas con la dureza en el trabajo. Lo contrario: el despotismo, la desconfianza en los subordinados, el insulto, el menosprecio, el no reconocimiento del esfuerzo es lo opuesto que precisa el infante y la mejor forma de minar su moral, tesoro que debe conservar todo jefe como lo más preciado, porque multiplica su capacidad en cualquier actuación. Unos subordinados que están acostumbrados al máximo esfuerzo, bien mandados y tratados, con la moral alta, forman un equipo 31


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