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AEROPLANO 31

Del 20 al 25, las escuadrillas de hidroaviones del “Dédalo”, tripulados por los tenientes de navío Taviel de Andrade, Arboli, Esteban Escoriaza, Díaz Domínguez, Ramón de Carranza, Carlos Antón, Felipe García Charlo, José Galán y los maestres Planas, Molina y Freire, llevando como observadores al director de la Escuela de Aeronáutica Naval don Pedro Mª Cardona y a los jefes y oficiales don Francisco Regalado (Medalla Naval Individual por el aprovisionamiento del Peñón de Alhucemas desde el submarino de su mando), don Manuel de Flórez y don Jesús Fontán, bombardearon las cabilas y los poblados de Rio Martin, barranco de Solano y Coba-Darsa, protegiendo a la columna del general Serrano el día 20, regresando algunos aparatos con impactos de bala de fusil. Posteriormente los días 30 y 31 de dicho mes de agosto los hidros bombardearon Magan y las cercanías de Uad-Lau. En septiembre se iniciaron las operaciones de retirada de los puestos y posiciones próximos a Xauen. Los días 5 y 14 de septiembre cooperó la aviación naval especialmente al repliegue de varios poblados, efectuándose un eficaz bombardeo sobre Tiguisatz ya abandonado. El 15 se bombardeó la zona costera comprendida entre Tiguisatz y M’ Ter. El 16 llegaron 5 aparatos Savoia 16bis de Barcelona y con ellos entre otros los oficiales tenientes de navío don Juan Montis Villalonga, los alféreces de navío don Luis Cellier, don Antonio Aguilera y don Jorge Vara Morlan y los maestres Otero y Piedra, y también ese mismo día se bombardeó Punta Pescadores y Cala Iris, especialmente sobre la región del Targa. El día 2 dos aparatos Saboya L pilotados, uno por los alféreces de navío don Juan Díaz Domínguez y don Jorge Vara Morlán, como observador y bombardero y otro por el teniente de navío don Felipe García Charlo y un marinero mecánico, bombardearon la posición de Tiguiisaft. Los aparatos tuvieron que despegar en Rio Martin, adonde tuvo que dirigirse el “Dédalo”, ya que la mucha mar que había, que no les permitía hacerlo desde Uad-Lau. Emprendido el vuelo, fueron escoltados por dos torpederos y las lanchas “H” de la División Naval de Aeronáutica, que se situaron entre Uad-Lau y Punta Pescadores. A la altura de Tiguisatz, le falló el tubo de conducción de gasolina al Saboya L, quedando el motor sin combustible, en vista de lo cual el piloto picó hacia la costa, aun a riesgo de amarar mal, tomando en el agua no lejos de la playa, mientras que el Saboya J, que presenció la maniobra; se dirigió en busca del torpedero nº 13. Desde la playa un numeroso grupo de moros rompió nutrido fuego contra el hidro Saboya L, cuyo piloto intentaba reparar la avería, mientras que el alférez de navío Vara, sereno y valeroso disparaba la ametralladora. Arreciaba el ataque de los cabileños, parapetados tras las rocas. Lanzaron al agua un cárabo en su intento de apoderarse del aparato, hasta que el regreso del otro avión, que con el torpedero bombardearon al enemigo logrando dispersarlos y poniendo fin a la difícil situación del hidro que acribillado a balazos, había agotado sus municiones. El alférez de navío Vara Morlán, yacía muerto en su puesto, con heridas en la cabeza y en el pecho, siendo trasladado su cadáver al torpedero nº 13, y luego al nº 4 que lo traslado a Ceuta. El alférez de navío Díaz Domínguez fue herido gravemente aunque salvó la vida. El joven oficial, alférez de navío Jorge Vara Morlan es un timbre de honor para la Marina de guerra y para la Aeronáutica Naval, que recibió en él su bautismo de sangre y de guerra, siendo propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando, concediéndosele la Medalla Militar Individual a titulo póstumo. Su compañero por su heroica actitud en la defensa del aparato recibió también, como se ha manifestado, la Medalla Naval Individual. El Dédalo permaneció hasta el día 13 de octubre en la zona de operaciones, en que el buque se dirigió a repostar a Puente Mayorga, en las proximidades de Algeciras. Otro oficial valeroso que pasó al Arma de Aviación, fue el capitán de corbeta don Antonio Núñez Rodríguez, perteneciente a la 3ª Promoción de Aerostación de la Armada como alférez de navío, que efectuó posteriormente el curso de Ingeniero aeronáutico en Paris entre 1927 y 1929, pasando con el empleo de comandante de la escala del Aire al Cuerpo de Ingenieros Aeronáuticos del Ejército del Aire a finales de 1939. LA MUERTE DEL TENIENTE DE NAVÍO DURÁN El comandante Antonio Núñez Rodríguez demostró su valor con ocasión del accidente sufrido por dos aparatos “Martinsyde” de la Aeronáutica Naval, con ocasión de unas maniobras que se desarrollaron por la División Naval de Instrucción, formada por los destructores “Alsedo, “Velasco” y “Lazaga”, con los alumnos de l Escuela de Guerra Naval. Se realizaron el 19 de julio de 1926 diversos ejercicios tácticos y, entre ellos, unas maniobras en aguas de Barcelona en combinación con la Escuela de Aeronáutica Naval. La Orden de Operaciones dada a la Aeronáutica Naval decía entre otras muchas cosas: “La División Naval de Instrucción en aguas de Baleares intentaría un golpe de mano sobre el aeródromo del Prat de Llobregat, las fuerzas aéreas destacadas en El Prat y las de hidros de Barcelona, tratarán de oponerse a ello y rechazarán el ataque, necesitando para ello establecer el servicio de exploración y vigilancia para evitar cualquier sorpresa, del servicio de exploración se encargarán los dirigibles, señalándoles las zonas que cada uno debería vigilar, del servicio de reconocimiento se ordenaba se encargaría la Escuadrilla “Machi- 18”. Una vez que se efectuase el reconocimiento y conocida la importancia de la fuerza enemiga, su 63 Los Alcázares y San Javier. El comandante Antonio Núñez Rodríguez demostró su valor con ocasión del accidente sufrido por los “Martinsyde” de la Aeronáutica Naval, en unas maniobras desarrolladas por la División Naval de Instrucción, formada por los destructores “Alsedo”, “Velasco” y “Lazaga” con los alumnos de la Escuela de Guerra Naval


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