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BOINA NEGRA 278

MIISCELÁNEA 62 EL VALOR DEL REDOBLE DE UN TAMBOR Un turista, apostado en una esquina de una abarrotada calle malagueña, al oír a lo lejos el sonar de tambores y cornetas, mientras esperaba ver pasar una imagen de Semana Santa, preguntó: ¿Quién viene ahora? y los malagueños de su alrededor contestaron si dilación, ¡la Banda de Tambores y Cornetas de los Paracaidistas, señor! ¿Y cómo lo saben ustedes? Preguntó el turista, y le contestaron: “porque no hay una Banda igual, son pocos pero suenan como cientos, tiene pocos instrumentos pero parecen que tiene cien, y cuando los vea pasar se dará cuenta que no importa cuantos son, ni que instrumentos tocan, pues su porte, estilo y marcialidad lo suple y lo llena todo, son paracaidistas, y cuando tocan el Bolero, hasta al cielo logran estremecer”. Cuando el turista los vio pasar, emocionado, volvió a preguntar ¿y quien redobla el tambor de esa manera tan sensacional? Y le contestaron: “y que más da, un paracaidista de una Banda sin igual”. Un redoble de tambor no encierra en si ningún valor, el valor se lo da quien lo toca, su estilo y entrega. Como en la leyenda del tambor del Bruch, aquel tambor de la guerra de independencia española, cuyo arrojo le llevó a tocar con tal fuerza que hizo creer al enemigo que tras él iba todo un ejército, haciendo que el enemigo invasor se retirara. La Banda de Guerra de nuestra Brigada es una banda singular, pues en sus filas no hay músicos, hay paracaidistas que voluntarios o no se afanan por cumplir con su misión. Misión que no sólo estriba en tocar una u otra marcha militar, sino en representar a todos los paracaidistas por las decenas de pueblos Cor. Alejandro Escámez Actuación de la Banda de Guerra durante el traslado del Cristo de Ánimas de Ciegos en Málaga (foto: cabo Rubio) y lugares de nuestra geografía por los que tocan. No son músicos, pero lo parecen y su porte, estilo y marcialidad son la mejor embajada que puede enviar la Brigada Paracaidista a cualquier lugar. Su preparación como componentes de la Banda es dura, y a veces tediosa. Trabajan cuando los demás descansan y recorren cientos de kilómetros para interpretar el “Bolero” o “La muerte no es el final” allá donde se les reclama. Pero el aplauso de los conciudadanos, el reconocimiento de alcaldes y representantes sociales y el respeto del resto de paracaidista son sus pequeñas recompensas. Los miembros de la Banda además de cumplir en su puesto con su instrumento, cumplen también como paracaidistas, su extraordinaria forma física, su instrucción básica del combatiente y sus correspondientes saltos, son comunes a todos los demás. En las maratones, en la puerta del avión o complementando a otras unidades en los campos de maniobras también los verás. Por todo ello ser un miembro de la Banda es un reto y un orgullo para el que se atreve y para los que nos sentimos representados por ellos allá donde van. “El valor del redoble de un tambor supone mucho; pero el valor de toda la Banda de Guerra de la Brigada Paracaidista lo puede todo” Si tú, músico o aficionado, te atreves, adelante; en la Banda tienes un sitio, y en él además de recibir ciertas gratificaciones, tendrás el reconocimiento y respeto por el trabajo bien hecho representando a tus compañeros.


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