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MEMORIAL CABALLERIA 74

Historia Empleo Táctico y Operaciones Orgánica y Materiales Noticias del Arma Varios 117 DOCUMENTO elementos, y aunque intentaría toda clase de esfuerzos para salir de aquella difícil situación, des-confiaba de ello, por tener cortadas las comunicaciones, no cesando las posiciones inmediatas de pedirle auxilio. El grave estado a que se había llegado hubo de aconsejar en el ánimo del comandante general la reunión de los jefes de unidades “estantes” en Annual en la noche del expresado día, en la que expusiera descarnadamente la situación, haciéndose examen detenido de las graves circunstancias del caso y partidos que en su vista pudieran ser adoptados, aceptándose, en principio, la decisión de replegar las fuerzas a una línea más retrasada, para hacerse fuerte en ella, en espera de los re-fuerzos solicitados, fijándose en este concepto como límite de retirada el frente Ben-Tieb, Beni-Said, recogiendo antes las posiciones que fuese posible. Prevaleció el acuerdo de “hacer la retirada por sorpresa” para que fuese menos cruenta, lo que fue el peor partido que pudo adoptarse, sobrecogiendo de este modo a las propias fuerzas y contri-buyendo a aniquilar su moral. El comandante general previno al comandante del cañonero (Laya), apostado en Sidi-Dris, de la resolución de su retirada, con encargo de que protegiera a la guarnición de dicha posición y a la de Talilit, que se retiraría sobre Sidi-Dris; al general segundo jefe, en telegrama consecutivo de las 10’50 horas, le ordena que el Regimiento de Caballería “Alcántara” adelante hacia lzumar para proteger la retirada. Los sucesos se precipitaron, dándose paso a desorden y atropellamiento en la ejecución de la marcha; las fuerzas de protección siguieron, prematuramente, el movimiento, a la vez que se producía “apresuramiento” en las fuerzas en retirada. No fueron válidos los intentos de rehacer las fuerzas. Las últimas noticias que se tuvieron sobre el cuartel general, suponen que el comandante gene-ral y su estado mayor debieron sucumbir en el mismo barranco por donde se internó el coronel de caballería. En la declaración del soldado de caballería de “Alcántara”, Moreno Martín, refiere que estaba de ordenanza y cuando empezaron a salir las tropas del campamento se dirigió al sitio donde estaba el comandante general con su estado mayor, fuera de la posición principal, oyendo al coman-dante general denostar de cobardes a los policías que escapaban en dirección a lzumar, dejando libre el frente del campamento, por donde venía la harca; que cuando ya había moros dentro llamó el general al Sargento de la escolta y le dio orden de marchar a Melilla con los caballos, dirigiéndo-se luego con los coroneles Morales y Manella y otros oficiales hacia su tienda. Lo esencial de esta declaración lo confirmó en su declaración el teniente de la policía Civantos. En el descenso de lzumar hacia el Morabo, a la salida del largo y encajonado barranco, el te-niente coronel Primo de Rivera, con los escuadrones de “Alcántara”, cuyo mando tomara el 21 por la noche en Dríus, trataba de contener y de organizar los dispersos elementos que pasaban; pero pronto se convenció de lo irrealizable del propósito, y esto mismo asevera el capitán Chicote, de uno de los escuadrones, acreditando la excitación que enérgicamente hiciera a sus oficiales de sacrifi-carse, acudiendo a contener tan incomprensible retirada a toda costa como se intentó por dos veces, siendo del todo imposible conseguirlo. Tropas de ingenieros con cargas de alambrada, y un sargento de “Alcántara”, con su armamento, trataron de retener a los fugitivos increpándolos y excitándolos a dar cara al enemigo, intentando preparar una barrera con dichas alambradas para contener la dispersión; pero era tan grande el tro-pel de soldados, caballos y mulos, que arrollándolo todo tuvieron que desistir del empeño. El capitán de la policía Jiménez Ortoneda confirmó que los escuadrones de “Alcántara”, bajo el mando de sus oficiales, cubrían las fuerzas que se retiraban; éstas venían confundidas, despeadas, sin mando visible y en completo desorden. Tal fue el cuadro de aquella retirada en que la columna va dejando el rastro de su material y armamento abandonado, cediendo más al pánico y a la desmoralización que a la intensidad de la agresión. En la última parte de aquel recorrido, el confuso conglomerado de gente fue protegido por


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