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MEMORIAL CABALLERIA 74

Varios Noticias del Arma Orgánica y Materiales Empleo Táctico y Operaciones Historia 136 DOCUMENTO Memorial de Caballería núm. 70 – diciembre de 2010 CONDICIONANTES DEL TERRENO EN EL DESASTRE DE ANNUAL Ignacio Sanchís Pérez teniente de Caballería Para comprender los sucesos acecidos en el norte de África en aquel fatídico verano de 1921, hemos de tener una amplia visión de la trayectoria de nuestro país en la zona y de la compleja situa-ción que se vivía en la Península. El siglo XIX es quizá el siglo más nefasto de toda nuestra historia. Aparecen los denomina-dos pronunciamientos militares, los reyes pasan uno tras otro sin solucionar los problemas más importantes, tenemos hasta tres guerras civiles, un rey italiano, sufrimos durante once meses una débil república, surgen los cantonalismos, la situación económica es bastante mala, la so-ciedad es eminentemente rural y el índice de alfabetización es bajísimo, aparecen las primeras manifestaciones del actual nacionalismo (en la mayoría de los casos sin ninguna base ni rigor histórico) y el Ejército tiene el problema del reclutamiento. Es en este contexto cuando surge la figura del Rey Alfonso XII, que, llegado gracias a la restauración borbónica (1874) obra del gran D. Antonio Cánovas del Castillo, parece traer la esperanza al país. Sin embargo su pron-ta muerte en 1885 pone en peligro el nuevo sistema; no obstante Cánovas vuelve a encontrar la solución y, tras sus reuniones con D. Práxedes Mateo Sagasta (líder del Partido Liberal), mantiene la estabilidad del país con la regencia de S. M. D.ª María Cristina de Habsburgo- Lorena, madre del rey. En 1902 Alfonso XIII comienza un reinado en el que, si bien es verdad que España sufre una gran modernización y se comienza a acercar a sus vecinos europeos, no puede solucionar los grandes problemas del Estado, a saber: la situación de Marruecos, los na-cionalismos, la no representación del pueblo en el sistema político y la situación de las clases campesina y obrera. En política internacional, España permaneció prácticamente aislada de los círculos di-plomáticos durante los últimos años del siglo XIX, prueba de ello es la total falta de apoyos en las guerras de Cuba y Filipinas, acontecimiento que marcará la entrada de la sociedad española en el siglo XX y dejará una profunda huella en toda España y en especial en nuestro Ejército. La situación en África está marcada por las tensiones entre las grandes potencias coloniales: Francia, Gran Bretaña y una emergente Alemania. Estas tensiones producen numerosas crisis que desestabilizan aun más una zona tradicionalmente caracterizada por la falta de una autoridad fuerte. Los sucesivos tratados y acuerdos internacionales llevan a España a una situación muy delicada, en la cual tiene que emprender la ardua y difícil tarea de controlar la parte del territorio que le es asignada en virtud del Tratado firmado con Francia en 1912. Este tratado establecía una nueva zona de influencia española bajo el régimen de protectorado. Para poder ejercer su acción como nación protectora, España debía proceder a la ocupación del área otorgada, lo que no iba a resultar fácil teniendo en cuenta la oposición del sultán en algunas de las regiones. Geográficamente, el área comprendía tres grandes regiones: Yebala en la parte occidental, Gomara en el centro y el Rif en la zona oriental. Árida y seca, en la zona española solo las minas de hierro del Rif poseían valor económico. La orografía era muy accidentada, con escasez de comunicaciones y de difícil defensa. Su población, escasa y tradicionalmente independiente, estaba agrupada territorialmente en cabilas (tribus) regidas por caíds. Durante los siguientes nueve años, hasta 1921, nuestro país va a emprender una serie de cam-pañas militares destinadas a controlar eficazmente el territorio. La zona que más dificultades va a presentar es el Rif, donde la complicadísima orografía va a condicionar cualquier actuación de nuestro ejército.


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