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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 125

mANUEL tRIGO CHACóN su hidalguía y heroísmo sostuvieron la nombradía de España en América hasta el fatídico año de 1898, cuando el almirante Cervera, sin menoscabo de su honor, tuvo que rendirse frente a la poderosa flota estadounidense. El tratado de París, impuesto a España, tras la derrota, por Estados Unidos, con el beneplácito de Inglaterra y Francia, puso fin a los últimos dominios de españoles en América (Cuba, Puerto Rico y otras pequeñas islas) y Filipinas, que pasaron a gravitar en la órbita norteamericana. la labor colonizadora y civilizadora de España en América es de tal magnitud que intentar abarcarla en los estrechos límites de una monografía o un artículo sería inútil. Por eso en este ensayo nos ceñiremos a una faceta específica: las decenas y decenas de fuertes que, en tamaño y extensión variable, se construyeron para defender los territorios españoles en América y el tráfico comercial con la metrópoli, a fin de poner coto al asedio incesante sufrido por los barcos españoles que se dirigían a sanlúcar de Barrameda, sevilla y Cádiz, asedio llevado a cabo por navíos ingleses, holandeses o franceses, bien enarbolando su propia bandera, bien bien en apoyo de corsarios y piratas (1). La revisión histórica la labor y la acción colonizadora de España en América, debe decirse alto y claro, fue ingente, asombrosa, y dejó, en el curso de tres siglos, una huella que hoy perdura. los libertadores, Bolívar, san Martín, O’Higgins y tantos otros, no supieron aprovechar la estructura administrativa dejada por los españoles, ni articular una nueva después de la independencia. tal es la causa fundamental del retraso social, político y económico de la América hispana, cuya clase dirigente criolla, dividida en banderías caudillistas, se entregó a continuas revoluciones y, en notorio contraste con la época colonial, despreció al resto de los grupos sociales de la población, especialmente a los indios y negros. El retroceso respecto a los tiempos de soberanía española fue manifiesto, circunstancia que aprovecharon las grandes potencias emergentes, como Inglaterra, ya consolidado su dominio sobre los mares y sobre Francia, y después Estados Unidos, que pocos años más tarde casi monopolizaría la economía de la América hispana. No puede aceptarse, como frecuentemente se asevera, que la conquista y colonización inglesa en Norteamérica diese mejor fruto que la de España en Hispanoamérica. Ello no es cierto, como se evidencia en la rebelión de los (1) BARCÍA tREllEs, José María: José san martín en España, 1941; ÍDEM: san martín en América, 3 vols., Buenos Aires, 1943; lYNCH, John: simón Bolívar and the Age of Revolution, Ed. New York, 1983; RAMOs PÉREz, Demetrio: san martín, el libertador del sur, Edit. Espasa 1988; HARvEY, Robert: Los Libertadores, RBA, 2002; COllIER, simon: Ideas and Politic of Chilean Independence, 1808-1833, Cambridge University Press, 2008 (hay trad. española: Ideas y política de la independencia chilena, 1808-1833, Andrés Bello, 1977). 28 REvIstA DE HIstORIA NAvAl Núm. 125


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