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REVISTA GENERAL DE MARINA JUNIO 2015

Invincible o el mítico acorazado HMS Dreadnought, impulsó el submarino y el destructor, modernizando la Royal Navy y acrecentando su combatividad y eficacia. El destacado periodista Alfred Gardiner lo retrató con precisión: «Se ríe, hace bromas, se expresa con gran genialidad, pero más allá de estas características externas del hombre de mar, están sus tres cualidades de guerrero: cruel, despiadado e implacable, y sus tres consignas de batalla: pega primero, pega fuerte y sigue pegando». J. R. 24.918.—Submarinos En el año 1904 la prensa española pone de manifiesto los grandes avances de la navegación submarina en las diferentes potencias navales, mientras el casco del Peral permanecía arrumbado en La Carraca entre los trastos viejos. En efecto, Inglaterra, tras sus desdichados ensayos a partir de 1888, se había decidido en 1900 a construir cinco submarinos del tipo Holland modificado, y más tarde, catorce del modelo Narval; en Estados Unidos, después de su primer submarino, el Baker, construido en 1892, el ingeniero Holland presentó los planos del Plunger y el Holland, construyéndose en los años siguientes hasta catorce unidades; en Alemania, el escepticismo respecto a estos buques duró hasta 1898, pero modificada esta opinión contaba ya con dos unidades; en Italia continuaban las pruebas de los Audace, Palla Nautica, Pulino y Delphino, adquiridos entre 1892 y 1894; Rusia poseía algunos pequeños del sistema Drere Wiecki y el Poukalow, de seis metros de eslora; Suecia había adquirido uno del tipo Nordenfelt; Portugal, el Abdul-Hamild y el Abdul-Medschid; Brasil, tres del sistema Goubet y uno del Hesse; y finalmente Francia disponía de 28 unidades en servicio y 21 en proceso de fabricación. J. A. G. V. 24.919.—Mala Voz muy curiosa, que no recogen los diccionarios náuticos consultados, pero sí los demás de español, incluyendo el de la Real Academia Española, aunque limitan su significado, diciendo que se trata de la «Valija con correo de Francia y de Inglaterra», así como «Este mismo correo», coincidiendo todos en ambas, aunque con alguna ligerísima variación. La mayoría la consideran procedente del alto alemán malha, bolsa. En fuentes extranjeras, mantienen esa procedencia etimológica, ciencia que por desgracia no es mi fuerte, ampliada con su origen indoeuropeo molko, bolsa, valija de piel, y en cuya evolución coinciden en male, tanto en francés antiguo como en inglés medieval. Y limitándonos a este último idioma, su forma y significado actual es mail, correo. Como es lógico, a esa forma male debemos asociar nuestra voz mala. De hecho, entre nosotros, el uso normal y coloquial de la voz mala tenía un significado más amplio que el indicado en el párrafo precedente, pues se aplicaba al correo marítimo en general, y no al limitado al de esas dos naciones, según podemos comprobar en la noticia siguiente: «El gobierno por honor del país debía procurar que fuesen españolas las compañías que hiciesen este servicio, pues hasta parece ridículo ver entrar un buque estrangero con la mala de nuestras Antillas» (sic). (Diario de Barcelona, 9-8-1858, p. 7.111). Por otro lado, este término solía aparecer en la traducción del nombre inglés de las compañías de navegación que tenían asignado el correo marítimo. Las de nuestro país se distinguían por arbolar la bandera española con la inicial de esas dos palabras en ella —CM—. Así, la Royal Mail Steam Packet Co. del Reino Unido, por ejemplo, se designaba aquí simplemente, como Mala Real Inglesa. L. C. R. MISCELÁNEA 926 Junio


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