TEMAS PROFESIONALES sus baterías se agoten, esta señal desparecerá para siempre. En el caso del vuelo de Air France 447, se encontraron los primeros restos del accidente a los cinco días, lo que permitió acotar el área de búsqueda. Aún así se tardó casi dos años en localizar las cajas negras, a unos 4.000 metros de profundidad. En cuanto al caso del avión Airbus A320-200, vuelo Air Asia QZ850, accidentado hace algunos meses en Indonesia, se necesitaron tres días para localizar los restos a unos 30 metros de profundidad. Las cajas negras fueron encontradas por buceadores a las dos semanas. Pero no siempre se localizan, y tristemente es prueba de ello, como se ha comentado en la introducción de este artículo, el caso de vuelo de Malaysia Airlines MH-370, que se perdió el año pasado. Actualmente no se tienen indicios del área del siniestro y, ante la falta de evidencias del posible crashsite, se ha archivado su investigación, dándose a la aeronave como desaparecida. En cuanto a los aviones militares, exceptuando algunas aeronaves de transporte muy modernas y con sistemas muy similares a los civiles, no suelen contar con dispositivos de registro de vuelo, y a veces, aun contando con el mismo, no están preparados para estar sumergidos, por lo que a posteriori resultan inservibles. Este tipo de accidentes supone un gran reto de investigación a los miembros de la CITAAM. Brevemente citaré que a finales del año 1989 en aguas de la bahía de Cádiz se precipitó un avión Harrier Av8B de nuestra Armada y hasta la fecha no se ha encontrado el más mínimo rastro de él. Siguiendo con nuestro último proceso de investigación, vamos a particularizarlo para un avión comercial. La autoridad investigadora y el equipo de investigación deben tener en cuenta, además de los factores mencionados en los casos anteriores, los siguientes: — Mentalización ante lo que puede ser una tarea larga de varios meses en la mar. — Necesidad de contar desde el primer momento con varios buques de rescate especializados en la localización de las cajas negras y su recuperación. — Establecer contacto inmediato con la última agencia de control aéreo de la aeronave para que nos proporcione los últimos datos de posición y el plan de vuelo actualizado de la misma, así como los últimos registros radar y de comunicaciones. De estar actualizados estos datos, nos permitirían acotar la zona de búsqueda. — Activar los protocolos de coordinación internacional para que cualquier aeronave o buque en tránsito por el área de interés avise de posibles objetos flotantes a nuestro centro de mando. Evidentemente, una vez localizados los restos de la aeronave, nos encontraríamos ante el segundo caso anteriormente mencionado, y aplicaríamos entonces los procedimientos que mejor se ajustasen. Si aun habiendo encon- 2015 859
REVISTA GENERAL DE MARINA JUNIO 2015
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