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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 130

LA LUCHA ANTICORSARIA EN EL LITORAL MURCIANO DURANTE EL REINADO DE... tos, la convertían en una base fundamental para las campañas navales de la Corona en el Mediterráneo. El aumento espectacular de la actividad corsaria tras el establecimiento de los hermanos Barbarroja en Argel obligó a Carlos I a concertar asientos con diferentes armadores particulares para la constitución de escuadras de galeras destinadas a defender la costa española, especialmente la de Granada, la más peligrosa de todas dada la cercanía a África y la presencia en su territorio de una importante población morisca. Surgió así la «Escuadra de galeras de la guarda de Granada» que, como señala Pardo Molero, comenzó a llamársele desde 1527 Galeras de Castilla o simplemente Galeras de España (13). Algunos de estos asentistas, que ejercieron a su vez el cargo de capitán general de sus respectivas escuadras, fueron Rodrigo de Portuondo (entre 1523 y 1529), Álvaro de Bazán, padre (entre 1530 y 1535) y Bernardino de Mendoza (entre 1539 y 1552) (14). El peligro de la costa granadina también se extendía a Cartagena, de ahí que el emperador Carlos I mandase en febrero de 1524 que se instalaran unas galeras en su puerto, además de fortificar la ciudad y acantonar en ella una guarnición de 40 o 50 lanceros (15). Aunque esta es la primera mención expresa que conocemos sobre una escuadrilla de galeras asentada en Cartagena, es muy posible que su estancia en el puerto cartagenero pudiera darse de forma alterna en las décadas de 1530 y 1540. De hecho, en diciembre de 1531, por ejemplo, su Concejo ordenaba a algunos oficiales que inspeccionaran el lugar donde habían de invernar las galeras al año siguiente (16). De todas formas, la escuadra de galeras de España pivotó sin una residencia fija entre los puertos andaluces de Gibraltar y Málaga y los levantinos de Cartagena, Denia o Vinaroz —incluso en algunos catalanes y mallorquines— antes de su establecimiento definitivo en el Puerto de Santa María en la década de 1580, tras la anexión de Portugal (17). En cualquier caso, el paso de las galeras desde Málaga a Cartagena y de Cartagena hacia los puertos valencianos llevó aparejado importantes «limpias» de embarcaciones corsarias. Aunque en la costa de Cartagena las naves corsarias navegaban con más cuidado, y en algunos casos mandaban espías por delante (18), no pudieron evitar verse sorprendidas en algunas (13) PARDO MOLERO, juan Francisco: La defensa del Imperio: Carlos V, Valencia y el Mediterráneo. Madrid, 2001, p. 211. (14) THOMPSON, I.A.A.: Guerra y decadencia. Gobierno y administración en la España de los Austrias, 1560-1620. Barcelona, 1981, p. 202. (15) Archivo Municipal de Murcia (AMM), caja 3, núm. 107. (16) AMC, Ac. Cap. 1528-1537, cab. 1-XII-1531. (17) GOODMAN, David: El poderío naval español. Historia de la armada española en el siglo XVII. Barcelona, 2001, p. 33. (18) Los corsarios argelinos sabían que Cartagena era uno de los principales fondeaderos de las galeras, por eso enviaban con antelación espías para descubrirlas. Recuérdese cómo Dragut envió varios en su campaña de 1550 y lo mismo debió hacer Euldj Alí en 1561. También en 1560 y 1562 fueron atrapados dos espías en Mazarrón enviados para informarse del número de galeras estacionadas en Cartagena. AMC, Ac. Cap. 30-03-1560 y 24-03-1562. Año 2015 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 13


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