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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 130

LA LUCHA ANTICORSARIA EN EL LITORAL MURCIANO DURANTE EL REINADO DE... No debió gustarle mucho la respuesta del Concejo de Cartagena, por lo que volvió a insistir con dos cartas, leídas en cabildo el día 5 de abril. Ordenaba de nuevo no solo que se le remitieran los esclavos sino también todo el proceso y los autos que se habían hecho, e incluso que se hicieran en adelante los repartimientos de los esclavos capturados en donde él estuviese. Viendo el cariz que tomaba la cuestión y de lo complicado que resultaba para los vecinos ir a Mula o Vélez-Blanco —a 14 y 19 leguas de Cartagena respectivamente—, donde residía el marqués, a cobrar el valor de los esclavos, el Concejo decidió contestarle con una nueva carta suplicándole que no variara la costumbre que sus antepasados habían tenido de dejar libertad en esta cuestión a la justicia de Cartagena, pues de lo contrario sería más el perjuicio a los vecinos que el beneficio y «no habrá ninguno que salga a correr los rebatos, ni armar por la mar, y será causa que con más libertad los enemigos puedan hacer daño». Decidió también enviar a dos comisionados para entrevistarse con el marqués y suavizar las diferencias. Al final se llegó al acuerdo de que los esclavos serían enviados en adelante al marqués, cada vez que este lo solicitara, para tomarles declaración, a cambio no exigiría que el repartimiento se llevara a cabo donde él residiese sino en Cartagena, como siempre se había hecho, aunque el Concejo debía remitirle una copia de los autos para que él los aprobase, y comprometerse a informarle con puntualidad de la gente y navíos que salían en cada una de las cabalgadas (58). Era una muestra más de la recuperación de su autoridad y jurisdicción sobre los cabildos locales del reino. Otra cabalgada con mucha polémica fue la llevada a cabo por el capitán Nicolás Bienvengud el primero de enero de 1611. Como señalamos más arriba, una carta enviada por el regidor lorquino Martín Leonés al capitán cartagenero informándole de un bergantín corsario apostado en la cala del Hornillo dio pie a la intervención de este a bordo de tres barcas armadas. La pequeña embarcación enemiga fue sorprendida haciendo aguada en esa cala y sus tripulantes fueron capturados tras dura lucha. El capitán Bienvengud regresó a Cartagena, aunque los moros se quedaron retenidos en Lorca (ocho de ellos) y Vera (los otros nueve). Sin embargo, lo que se suponía había sido una gran victoria, pronto se convirtió en un enorme embrollo, con intervención de diferentes instituciones: los Concejos de Vera y Cartagena, el consejo de Guerra y el teniente de adelantado de Murcia. El problema surgió una vez que la ciudad de Vera decidió escribir al Rey, en su Consejo de Guerra, protestando porque, según ellos, «no fue en buena guerra» ya que el bergantín estaba haciendo alafia o rescate «y se le tenía asegurada la mar y tierra» (59). La carta de Vera paralizó de inmediato el reparto de la presa e inició un proceso de investigación por parte de los delegados del Rey para clarificar los hechos. (58) Ibídem, cab. 15-IV-1600. (59) AGS, GyM, leg. 755. Año 2015 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 25


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