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ARMAS Y CUERPOS 134

Debate dentro del Young Reserve Offi cers Workshop de CIOR. Fuente: Henry Plimack, capitán de navío de la USCGR. En los primeros días del pasado agosto, numerosos viandantes madrileños se detuvieron, curiosos, ante el trasiego multicolor de uniformes militares que, a menudo, atravesaban la puerta giratoria del hotel Meliá Castilla. Muy pocos de ellos habían prestado atención a las notas de prensa aparecidas durante los días previos y que habían anunciado con cierta discreción la celebración en España de un congreso internacional de reservistas de la OTAN1 . Evolución conceptual hasta llegar a los paradigmas actuales de reserva El desconocimiento del reservista tiene mucho que ver con el ancestral y escaso interés por la seguridad que muestra la sociedad civil española, si bien debe añadirse que tampoco en el ámbito militar se les conoce en profundidad. Eso resulta fácil de explicar si se considera que, hasta la suspensión del servicio militar obligatorio, ser reservista no tenía demasiada relevancia. En la práctica era poco más que una situación administrativa por la que pasaba todo varón que hubiese sido declarado capaz de 64 Armas y Cuerpos Nº 134 empuñar un arma. El paisano —antes soldado— permanecía en ese estado durante bastantes años una vez que era licenciado defi nitivamente del servicio. Ninguna persona viva recuerda movilizaciones, ni para refrescar la instrucción original ni, afortunadamente, para reaccionar ante una escalada bélica, con lo que el paso por la reserva es recordado por el español de hoy como un mero trámite burocrático sin consecuencias tangibles. La ausencia de movilizaciones recientes tuvo que ver con que, durante la segunda mitad del siglo XX, España contaba con unas Fuerzas Armadas que triplicaban en tamaño a las actuales y que habían sido concebidas para un enfrentamiento convencional en territorio propio, previsiblemente tras la violación de la soberanía o de la integridad nacional. No parecía que hiciesen falta recursos adicionales a los ya encuadrados. Dicho de otra manera, la reserva militar denominada «de masas» —alimentada por la conscripción obligatoria y, al menos nominalmente, compuesta por millones de ciudadanos— era una capacidad sedentaria de


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