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REVISTA IEEE 9

33 Manuel R. Torres Soriano Guerras por delegación en el ciberespacio http://revista.ieee.es/index.php/ieee CONCLUSIONES Un simple repaso por los diferentes episodios de conflictos por delegación en el ciberespacio nos muestra la reducida eficacia de esta estrategia para alcanzar objetivos de carácter estratégico. El principal atractivo de recurrir a un proxy (obtener una negación plausible cuando se agrede a un enemigo), es también su principal debilidad. La falta de respaldo estatal diluye gran parte del poder coactivo que podría tener este tipo de acciones. Los ciberproxies muestran claramente su utilidad cuando se emplean en contextos operacionales donde existe una clara necesidad de obscurecer la autoría estatal, como por ejemplo, los actos de naturaleza eminentemente delincuencial o de espionaje. A pesar de que las acciones de este tipo de actores se han movido técnicamente en las capas más superficiales de la llamada ciberguerra, es precipitado dictaminar que los proxies están llamados a desempeñar un papel marginal en los ciberconflictos venideros. Aunque en la última década se ha producido un crecimiento exponencial del número de ciberincidentes relacionados con rivalidades estatales, aún nos encontramos en un contexto experimental donde los Estados todavía no han madurado sus doctrinas de actuación en este nuevo escenario tecnológico. Muchos de estos incidentes tienen el carácter de indagaciones, donde a través de un proceso de ensayo-error los Estados aprenden sobre los efectos del empleo de estos recursos, la respuesta de sus adversarios, así como su potencial integración en ofensivas que vayan más allá del ámbito virtual. De la misma manera, tampoco puede descartarse que mucha de esta conflictividad de baja intensidad tenga como objeto crear un bagaje operativo y una credibilidad contrastada para los mismos proxies que hasta el momento han sido poco eficaces por no contar con estos avales. Que estos grupos mantengan un nivel de actividad, aparentemente desconectada de los intereses de ningún país, contribuye a reforzar la coartada con la que cuenta el Estado en el momento en que decida alinearlos a su favor. En un entorno de gran incertidumbre, estos actores permiten que algunos estados puedan adentrarse en el ámbito de los ciberconflictos para otear sus posibilidades sin un excesivo riesgo. En este sentido, los proxies pueden asumir la función de iniciar y sostener en una baja intensidad ciberconflictos que serán asumidos y potenciados en el futuro por las propias capacidades del Estado en un contexto que le resulte más favorable.


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