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1051 capaces de incentivarlas o de tomar parte en las mismas (pseudo-Estados; warlords; milicias de inspiración nacionalista o religiosa o mixta…). Pero quizá no sea extraño al énfasis en las HW el hecho de que la reciente intervención de Rusia en Ucrania (lato sensu considerada: a estos efectos incluyo tanto Crimea como el Donbas) también ha sido explicada de acuerdo con el paradigma de las guerras híbridas. Lo cual aporta como novedad que alguno de los Estados más poderosos del mundo puede hacer suyo (y adaptar en consecuencia) un formato que hasta la fecha era considerado más propio de actores internacionales especialmente débiles. En realidad, en la HW de Ucrania, Rusia es el Estado fuerte solo si lo comparamos militarmente con la misma Ucrania. Pero sigue siendo el Estado débil, si lo comparamos con otros Estados susceptibles de avalar la progresiva integración de Ucrania en las instituciones europeas y, quizá, llegado el momento, en la OTAN. Es decir, cuando Rusia emplea fórmulas de un perfil asimilable a la HW en suelo ucraniano, lo hace siendo todavía el Estado débil en comparación con los EE.UU. Lo que significa que desde la perspectiva de Moscú se plantea este formato de intervención en suelo ucraniano, ciertamente bastante más limitado que el que sería propio de una guerra convencional, precisamente para minimizar el riesgo de una hipotética respuesta de los EE.UU., en un escenario —el Este de Europa— de gran relevancia geopolítica. Porque, dados los enormes costes de todo tipo vinculados a la aceptación de una escalada militar en la zona, (incluso) para el gobierno de los EE.UU., sería bastante complicado propiciar una intervención más contundente en beneficio del Gobierno de Kiev. Pero el concepto de HW, siendo útil, puede ser insuficiente para alcanzar una adecuada comprensión acerca del modo en que algunos actores internacionales —y, como veremos más adelante, también transnacionales— tratan de aprovecharse de los constreñimientos de todo tipo al empleo de la fuerza en una guerra convencional por parte de aquellas potencias que se consideran garantes del statu quo vigente. Decimos que puede ser insuficiente en la medida que, al fin y al cabo, una HW es ya un conflicto abierto —aunque en sí misma no sea una guerra convencional— que, por definición, implica el uso de la fuerza y que además contiene —también de acuerdo con su propio concepto— ingredientes propios de una guerra convencional. Dicho con otras palabras, al emplear estrategias de HW, quien acude a dicho expediente sigue arriesgándose (a bie3 ,ĂĐŝĂƵŶĂĚĞĨŝŶŝĐŝſŶĚĞůĐŽŶĐĞƉƚŽͨ'ƌĂLJŽŶĞͩ;'Ϳ :ŽƐĞƉĂƋƵĠƐYƵĞƐĂĚĂ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞ/ŶǀĞƐƚŝŐĂĐŝſŶ ϬϮͬϮϬϭϳ ϳ


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