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BOLETIN IEEE 6

1056 A tenor de la experiencia acumulada en diversos conflictos armados preexistentes y dadas las peculiares características de una zona intermedia entre la paz y la guerra, suele añadirse que el problema de los Estados más avanzados en la gestión de la GZ no se planteará solo al nivel de las élites gubernamentales (v. gr. poder ejecutivo versus legislativo o relaciones entre gobierno y oposición) sino también entre servicios o entre agencias, incluso cuando todos dependen del gobierno. Al respecto, algunos expertos recuerdan que la cooperación entre departamentos (léase ministerios) o entre agencias (por ejemplo, de inteligencia) deja mucho que desear, de modo que puede contribuir a empeorar las cosas en el marco de la GZ, algo a lo que no son ajenos los actores que van a incentivar el empleo de estrategias «grises» en los próximos años, con la mirada puesta en explotar estas debilidades. Por todo ello se detecta la conciencia, ampliamente compartida entre los expertos, de que la complejidad del reto no podrá resolverse con «varitas mágicas» ni con «balas de plata»21, ni con respuestas fragmentarias o demasiado simplistas/superficiales. Los desafíos planteados por la GZ requerirán, con toda seguridad, una nueva teoría del conflicto que sea capaz de integrar en un contínuum la propia GZ, la HW y la guerra convencional, contando con sus solapamientos y con sus intersecciones, llegado el caso. Una teoría de la que aún se carece, de acuerdo con la opinión de esos mismos expertos22. Mientras eso no se logre, los EE.UU., verán muy limitadas sus capacidades de intervención en la GZ —es interesante plantear el caso de los EE.UU., a modo de ejemplo ya que se trata, al menos aparentemente, del más proactivo de los Estados occidentales—. De hecho, dadas las circunstancias actuales, lo más normal es que no se pueda anticipar al problema, de manera que o bien no intervendrán en ningún momento (con lo cual quienes actúen de acuerdo con los parámetros de la GZ alcanzarían sus objetivos, sin más) o bien intervendrán cuando ya solo sea factible la implementación de la fuerza militar (con los subsiguientes problemas éticos y de legalidad internacional subyacentes… especialmente cuando quien haya fomentado la GZ haya jugado bien sus propias cartas). Dicho con otras palabras, la ausencia de un adecuado marco teórico condena a los EE.UU., (así como a otros Estados occidentales 21 Vid. por su énfasis, Freier, op. cit. p. 4. 22 Vid. por su claridad, el argumento de Mazarr, op. cit. p. 104. bie3 ,ĂĐŝĂƵŶĂĚĞĨŝŶŝĐŝſŶĚĞůĐŽŶĐĞƉƚŽͨ'ƌĂLJŽŶĞͩ;'Ϳ :ŽƐĞƉĂƋƵĠƐYƵĞƐĂĚĂ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞ/ŶǀĞƐƚŝŐĂĐŝſŶ ϬϮͬϮϬϭϳ ϭϮ


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