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BOLETIN IEEE 6

1171 Es un complejo cambiante porque uno de los rasgos que mejor define el despliegue militar francés en el África Subsahariana es la flexibilidad, no solo en los despliegues de sus unidades sino también, de manera muy distintiva, en la selección, establecimiento y abandono de bases e instalaciones. La tendencia histórica ha ido en la dirección de la disminución de efectivos y de la reducción en el número de bases utilizadas, si bien al calor de las intervenciones puntuales que han requerido la recepción de tropas adicionales, se ha interrumpido dicho proceso y se han reabierto bases o se han establecido otras nuevas, normalmente de forma temporal, mientras se desarrollaban las operaciones bélicas. Para explicar esta flexibilidad desde una perspectiva estratégica, hay que tener en cuenta los cambios que se han producido en el escenario africano e internacional desde la década de 1960. Durante la Guerra Fría los nuevos Estados africanos surgidos de las colonias no dejaban de ser para Francia un «patio trasero», en el que intervenir militarmente de manera directa siempre que los intereses galos se consideraban amenazados. Igualmente la sombra del expansionismo soviético, en forma de gobiernos y de movimientos políticos antioccidentales, además de la acción de grupos guerrilleros de diversas naturaleza, ayudan a entender la atención que las autoridades del Elíseo prestaron siempre a esta zona de África. Y de ahí también la presencia de numerosos asesores militares franceses en muchos de estos nuevos Estados; presencia que continúa en la actualidad, aunque más diluida en un marco multinacional de misiones de instrucción de fuerzas militares y policiales, como lo muestra la colaboración gala desde 1998 en el programa RECAMP (Refuerzo de las Capacidades Africanas de Pacificación) y el particular impulso por Francia de 17 escuelas de formación de estado mayor, de técnicas de infantería, de policía judicial, de sanidad, de métodos de pacificación, de mantenimiento del orden, etc. distribuidas entre Benín, Burkina Faso, Camerún, Gabón, Malí, Níger, Togo, Senegal y Ghana. Después de la Guerra Fría y, sobre todo, a partir de principio del presente siglo, la situación africana, especialmente en la franja Sahara-Sahel ha cambiado y se ha complicado notablemente. La confluencia entre un fuerte crecimiento demográfico en los países de la franja, la agudización de la inestabilidad política, el surgimiento de los llamados «Estados fallidos» y el auge de movimientos yihadistas, entre otros bie3 >ĂŐĞŽƉŽůşƚŝĐĂĚĞůĂƐďĂƐĞƐŵŝůŝƚĂƌĞƐ;/sͿ WĞĚƌŽ&Ăƚũſ'ſŵĞnj ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞ/ŶǀĞƐƚŝŐĂĐŝſŶ ϬϳͬϮϬϭϳ ϭϯ


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