Page 127

BOLETIN IEEE 6

127 sin ser responsable de sus crímenes. Este escenario no es imposible en un país donde al año siguen muriendo más de 12.000 personas por actos violentos. Violencia y justicia, guerra y derecho no siempre están en oposición. Hay una violencia legítima que existe por ser inherente al propio derecho que defiende sus fundamentos y sus resoluciones. Pero fuera de la ley y el derecho la violencia es ilegítima y deslegitimadora si no termina, más pronto que tarde, convirtiendo la fuerza en poder y el poder en derecho para permitir transformar la obediencia en deber. La diferencia hay que explicarla. Una guerrilla con 50 años de historia sin duda es una prueba de la incapacidad política de sus líderes por buscar acomodo a su fuerza en un orden legal, especialmente después de la aprobación de la constitución de 1991. Las FARC han perdido la guerra pero quizá el presidente Santos no tenga asimilada la necesidad de que su Gobierno demuestre al mundo y sobre todo a los colombianos que el agresor era el otro. Después de la Primera Guerra Mundial, tan importante como la victoria militar es demostrar la superioridad de la causa del vencedor. Después de la gran guerra es fundamental dejar claro quién es el agresor, quién es el culpable de todo el horror de la guerra. Desde el punto de vista de los rebeldes violentos, la violencia es una forma de comunicación estratégica con el Gobierno, las instituciones, la sociedad en su conjunto y la historia, también una forma de dominio pero subsidiaria. El impacto de sus acciones criminales tiene rápida proyección nacional e internacional, convirtiendo a los rebeldes en noticia, sus demandas en problemas y sus razones en tema de debate. Es evidente que una de las intenciones de la subversión con sus crímenes es captar la atención de los medios de comunicación para publicitar su causa y hacer presente su discurso, destacando con la violencia la gravedad, la urgencia y necesidad de atender prioritariamente sus exigencias. Los medios de comunicación social en las sociedades democráticas se han convertido en multiplicadores y amplificadores de las noticias, incorporando, desgraciadamente en muchas ocasiones, a la agenda política las cuestiones planteadas por los criminales. Cuando el gran protagonista de la noticia es el que ejerce la violencia, su relevancia crece inevitablemente, afectando al conjunto de la sociedad y al modelo político. Por eso, cuando los medios se limitan a presentar los hechos, refuerzan los efectos de la violencia. bie3 ZĞůĂĐŝſŶĞŶƚƌĞĐŽŶĨůŝĐƚŽLJƉŽƐĐŽŶĨůŝĐƚŽ͗ŽůŽŵďŝĂLJůŽƐĂĐƵĞƌĚŽƐĚĞƉĂnj ŶĚƌĠƐ'ŽŶnjĄůĞnjDĂƌƚşŶ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϮϱͬϮϬϭϳ Ϯϰ


BOLETIN IEEE 6
To see the actual publication please follow the link above