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BOLETIN IEEE 6

147 Hama, núcleo duro del conservadurismo. La violencia generó un odio que Hama ha tenido contra el régimen bahatista. Las manifestaciones contra el traslado de ciertos profesores conservadores, potenciadas por el jeque Mohamed al-Hamid, escalan cuando una joven militante bathista es asesinada por la multitud y se produce una dura respuesta del régimen. Tras dos días de luchas dirigidas por Marwan Hadid, se refugian con armas y municiones en la mezquita. El papel de al-Hamid, será clave en la crisis de 1964. El detonante para una nueva crisis sería un artículo publicado en la revista del ejército en abril de 1967 por una oficial bathista, Ibrahim Khlas. El oficial reclamaba: «Hasta ahora, la nación árabe miraba a Allah … pero sin éxito como en todos los valores religiosos, hacen al hombre árabe un miserable, resignado fatalista y dependiente. No necesitamos un hombre que se arrodille y rece, que agache su cabeza y le pida perdón a dios. El nuevo hombre es socialista y revolucionario». En noviembre de 1970, Hafiz al-Assad, por entonces ministro de Defensa, lideraría un golpe de Estado «corrector», aceptado en principio por los islamistas, pero que supondría una decepción cuando al-Assad presenta su borrador de una constitución antiislamista en 1973: si bien cita a la saría como fuente principal para la legislación, no obliga a que el jefe del Estado sea musulmán. El temor del régimen alauita contribuyó al asesinato de miles de presuntos disidentes sunitas en la ciudad de Hama en 1982. Los musulmanes sunnitas, dada su superioridad numérica, han protagonizado el conflicto sectario durante décadas, ya que consideran que alauitas, chiitas, drusos e ismaelitas no son lo suficientemente dignos para gobernar e históricamente, han tratado de dominarlos o incluso aniquilarlos. Los grupos no musulmanes tenían una mejor situación por la protección oficial que ocasionalmente les concedieron, a costa de una ciudadanía de segunda clase. La histórica asociación entre los cristianos locales y las potencias europeas hizo que los cristianos fueran particularmente sospechosos y han sido considerados como una «quinta columna»32. Mientras los sunitas y los cristianos viven dispersos por el país, las alauitas, drusos e ismaelitas se concentran en determinados distritos, formando mayorías locales. La mayoría de los alauitas sirios viven en la región noroccidental de Latakia, donde alcanzan el 60% de la población. La mayoría de los drusos viven en la provincia sureña 32 KESSLER, M. N. «Syria : fragile mosaic of power». 1987, op. cit., p. 23. bie3 ^ŽďƌĞůĂƐƌĂşĐĞƐĚĞůƉƌŽďůĞŵĂƐŝƌŝŽ͗ƉĂƌƚĞ//͕ůĂĐŽŶĨƌŽŶƚĂĐŝſŶĞŶƚƌĞŶĂĐŝŽŶĂůŝƐŵŽ ĞŝƐůĂŵŝƐŵŽĞŶ^ŝƌŝĂ ŵŝůŝŽ^ĄŶĐŚĞnjĚĞZŽũĂƐşĂnj ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϮϲͬϮϬϭϳ ϭϯ


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