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240 dirección en la que se pretende marchar, (su dimensión profética) y la ejecución, la conducción del grupo humano (su dimensión pragmática). Los elementos que más lo hacen por un lado líder y por otro estratégico. El líder es así conductor y profeta. El cambio no se produce si no se logra su aceptación intelectual por las personas y su enclavamiento en el marco cultural de la institución. Cambiar las cosas realmente, implica cambiar las lógicas de pensamiento. Por eso, el líder debe ser capaz de transmitir su concepción personal de cambio al grupo y lograr que este no solo la acepte sino que también la haga suya. Por eso, debe dar la cara para resultar creíble, esto es, personalizarlo en la medida de lo posible, y comprometerse con lo que auspicia y el esfuerzo que demanda, lo cual implica que debe ser consciente del mismo. Por otra parte, ir directamente a la fuente permite un seguimiento que complementa lo señalado por los indicadores. El trato personal es pues imprescindible en este contexto. El líder estratégico debe conocer sobradamente a sus subordinados directos y a los círculos más próximos a su entorno. Ello es obligado pues, en un escenario ideal, es precisamente él quien los ha elegido por su capacidad y perfil para la función que desempeñan. Humanizar su relación requiere ir más allá y pasa por fortalecer los lazos con los miembros de la organización de rango más bajo; serán ellos, por el carácter infrecuente de tal trato derivado de la distancia al líder, precisamente quienes más lo valoren. En palabras de Sun Tsu «trata a tus hombres como si fueran tus hijos amados y ellos te seguirán hasta el valle más profundo». Cuanto más grande son el cambio o las exigencias, mayor es la necesidad de personalizar la institución y hacer visible el liderazgo. La comunicación tiene que darse en todas las dimensiones y sentidos. Esto trae de la mano la necesidad de educar, estimular y persuadir otros líderes institucionales u organizacionales, sin cuya concurrencia y compromiso el cambio realmente no puede tener lugar, ya que este puede obligar a cambiar la forma y mecánica de relación. El líder debe tratar así de hacer pedagogía en los 360º. Y la pedagogía precisa de vocación, ejemplaridad y tiempo, haciendo posible la generación de nuevos hábitos y costumbres, auténticas autopistas hacia la virtud cívica u organizacional. De este modo se ancla el cambio en la cultura. bie3 ZĞĨůĞdžŝŽŶĞƐƐŽďƌĞůŝĚĞƌĂnjŐŽĞƐƚƌĂƚĠŐŝĐŽŵŝůŝƚĂƌĚĞůƐŝŐůŽyy/͘ƐƉĞĐƚŽƐĚĞů ůŝĚĞƌĂnjŐŽĞƐƚƌĂƚĠŐŝĐŽ͗ĐĂŵďŝŽLJĞƋƵŝƉŽ;///Ϳ &ĞĚĞƌŝĐŽnjŶĂƌ&ĞƌŶĄŶĚĞnjͲDŽŶƚĞƐŝŶŽƐ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϯϭͬϮϬϭϳ ϲ


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