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248 del mundo, cuyos presupuestos sobrepasarán el ámbito meramente militar y se incardinarán en la sociedad civil, influyendo en la creación, por ejemplo, de conceptos como el de consejo de estado. No en vano Clausewitz era un oficial de Estado Mayor, además de (o tal vez a consecuencia de) un estudioso de la guerra. Los estados mayores se conciben como una extensión de la personalidad y cerebro del jefe y están integrados por oficiales con distintos cometidos (administración, logística, planeamiento, comunicaciones…) encargados de asesorar técnicamente a los oficiales superiores, distribuir sus órdenes y controlar su cumplimento. También pueden asumir por delegación el desarrollo de ciertas tareas o misiones. Sus oficiales son generalistas, es decir, no entran en cuestiones técnicas ni muy específicas que son derivadas a órganos subordinados y técnicos. La delegación de atribuciones es imprescindible conforme se asciende en el escalafón —los informes personales de oficiales de calificación pedían cuentas de esa capacidad del informado al calificador— aunque solo sea por la imposibilidad física de atender debidamente las tareas más relevantes. La delegación no se efectúa por no gustar de desarrollar tal o cual cometido —de no existir una incapacitación técnica o déficit de formación para el mismo— sino para centrar la acción del mando en aquello que realmente resulta relevante, esto es, en el control de las claves de la situación. Es más, detrás de un gran líder militar moderno, suele haber un gran jefe de Estado Mayor. En el caso de Napoleón, por ejemplo, fue principalmente Berthier. Es su responsable de la resolución de las cuestiones del día a día y contribuye a preparar la toma de decisiones. La revolución de los asuntos militares con su énfasis en las nuevas tecnologías y en la centralización de la información no ha podido de facto restar poder a los comandantes de escena. Lo que suele producirse en la guerra pero también en las situaciones de crisis es una centralización de la información, y en aplicación del principio de subsidiaridad, una delegación de autoridad sobre el mando local, reteniendo algunas capacidades de decisión especialmente trascendentes. En el mundo de los negocios es extraño encontrar al líder que sea capaz de sostener simultáneamente una visión a largo plazo y conciliarla con la gestión detallada de los asuntos diarios. El visionario está orientado hacia el futuro, es proactivo y su proceder se encuentra acompañado por el riesgo. El gestor es normativo, tiene por base el presente, la realidad que maneja en su día a día. El liderazgo estratégico es algo más bie3 ZĞĨůĞdžŝŽŶĞƐƐŽďƌĞůŝĚĞƌĂnjŐŽĞƐƚƌĂƚĠŐŝĐŽŵŝůŝƚĂƌĚĞůƐŝŐůŽyy/͘ƐƉĞĐƚŽƐĚĞů ůŝĚĞƌĂnjŐŽĞƐƚƌĂƚĠŐŝĐŽ͗ĐĂŵďŝŽLJĞƋƵŝƉŽ;///Ϳ &ĞĚĞƌŝĐŽnjŶĂƌ&ĞƌŶĄŶĚĞnjͲDŽŶƚĞƐŝŶŽƐ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞŶĄůŝƐŝƐ ϯϭͬϮϬϭϳ ϭϰ


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