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386 solución idónea2. Tampoco el éxito en la consecución del objetivo marcado es sinónimo de acierto. En este caso, procede identificar aquellas actuaciones en las que hay margen para una actuación más eficiente. No podemos considerar un éxito matar moscas a cañonazos. El aprendizaje humano se basa fundamentalmente en el mecanismo «prueba-error». Ante un problema, probamos una solución; si falla, tomamos nota y realizamos una nueva prueba. Esta es la lógica en la que se basa el proceso de LL. AA.: la consolidación de prácticas exitosas y la búsqueda de modos alternativos de actuación ante acciones que han llevado a resultados negativos. «En la guerra, a través de un proceso iterativo de prueba y error, doctrina, armamento y organización son puestos a prueba y modificados y puestos a prueba otra vez»3. El problema es que el mecanismo «prueba-error» funciona perfectamente frente a problemas sencillos, pero a medida que estos se vuelven más complejos, se vuelve difícil identificar la relación causaefecto que ha conducido al éxito o al fracaso. Y sin identificar la causa, se hace difícil adoptar medidas correctoras. ¿Qué hace difícil identificar las causas del fracaso en un problema complejo?  Aplicar la dinámica «prueba-error» resulta complicada. En parte, porque no es posible experimentar. Reproducir las condiciones de un escenario complejo, para ensayar las consecuencias de determinadas decisiones es, por desgracia, prácticamente imposible.  Aplicar lo aprendido en otros escenarios es no solo posible, sino deseable; pero siempre y cuando seamos capaces de discernir el papel que juegan factores específicos de cada situación, lo cual dificulta la selección de lecciones aplicables.  Aplicar lecciones aprendidas en acciones ejecutadas sobre el mismo escenario tampoco es tan fácil como pudiera parecer. La historia militar, está repleta de casos en los que, tras una estrategia fallida, los análisis sobre las causas y las soluciones 2 En el discurso inaugural del Congreso Internacional «Afganistán. Lecciones Aprendidas y Perspectivas de Futuro» (Granada, noviembre 2015), la rectora de la Universidad de Granada, Pilar Aranda, reivindicaba la «cultura del fracaso», queriendo con ello insistir en la necesidad de considerar los fracasos no como algo negativo que hay que ocultar, sino como ensayos sucesivos que pueden finalmente conducir al éxito. Desgraciadamente, en nuestra cultura el fracaso tiene unas connotaciones muy negativas, lo que nos conduce con frecuencia a ocultarlo o enmascararlo, impidiendo obtener enseñanzas de él. Sin reconocimiento de los errores propios, no es posible aplicar el método de lecciones aprendidas. 3 SOUTOU. Op. cit. p. 53. bie3 >ĞĐĐŝŽŶĞƐĂƉƌĞŶĚŝĚĂƐĞŶĞƐĐĞŶĂƌŝŽƐĐŽŵƉůĞũŽƐ͎͗ĞƐƉŽƐŝďůĞĂƉƌĞŶĚĞƌĚĞůĂƐ ŽƉĞƌĂĐŝŽŶĞƐĚĞĞƐƚĂďŝůŝnjĂĐŝſŶ͍ :ĂǀŝĞƌZƵŝnjƌĠǀĂůŽ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϰϭͬϮϬϭϳ ϰ


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