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417 emergen en su seno, lo que permite considerarlo un fenómeno generacional26. Se trata de una generación de ciudadanos de ascendencia no europea que se enfrenta a diversos retos; muchos de ellos se encuentran en los escalafones más bajos de la sociedad y deben enfrentar graves procesos de exclusión y xenofobia, altos niveles de paro, problemas de vivienda y deficiencias educativas. Los que han logrado evitar y superar estas trabas se encuentran en medio de las incesantes corrientes de la globalización, que disipan los puntos de referencia identitaria. A esto se suma el hecho de que, si bien su conocimiento y práctica de la religión suelen ser mínimos o nulos, han sido forzados a participar en un reduccionista debate acerca de la compatibilidad de los valores del islam y los de Occidente27. En resumen, aunque precarios, estos jóvenes tienen sus necesidades fisiológicas cubiertas; es en el ámbito de lo psicológico, de lo emocional y de lo identitario donde sienten una falta. Y es en ese hueco por donde penetra el discurso del Dáesh. Lo que les queda, siguiendo las palabras de Sáez Mateu28, es una «identidad triste», vergonzosa, casi indigna, en la que se ven estancados y que no puede sino ser sustituida por una identidad inventada más cómoda que la impuesta, algo que también ocurre a las masas de jóvenes desempleados del mundo árabe, atrapadas entre la represión gubernamental y la ausencia de un futuro a la vista. Este es el punto en el que comienza la carrera por la significación identitaria y donde el EI entra en escena. Por medio de su discurso interpelador, el EI ofrece un amarre, un futuro, una salida hacia adelante. Así, frente a lo que podría parecer puro nihilismo al entregarse a una tarea que con muchas probabilidades los llevará a la inmolación o directamente a la muerte, lo que realmente alimenta el discurso exhortativo del EI es el narcisismo, un elemento que además es motivado constantemente por la cultura de masas en las sociedades occidentales y del cual se los ha excluido. Con todo ello, lo que el EI ofrece es lo que Padierna denomina «ser la voz en la narración»29, un constructo por el que se incluye a determinados actores en los espacios de decisión de la cuestión política como respuesta a un estatus previo de subalternidad. En definitiva, se les da oportunidad de ser verdaderos agentes de su 26 COOLSAET, R. 2015, op. cit. 27 Ibídem. 28 SÁEZ MATEU, F. «Les identitats tristes», en Ara.cat. 2015. Consultado el 3 de febrero de 2017. Disponible en http://www.ara.cat/opinio/identitats-tristes_0_1285071485.html. 29 PADIERNA, Mª. P. 2012, op. cit., p. 116. bie3 ůĚŝƐĐƵƌƐŽĚĞůƐƚĂĚŽ/ƐůĄŵŝĐŽ͗ĞůƉŽƉƵůŝƐŵŽĚĞKƌŝĞŶƚĞWƌſdžŝŵŽ ĂŶŝĞůZŽƐƐĞůůſZƵďŝŽ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϰϮͬϮϬϭϳ ϭϮ


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