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BOLETIN IEEE 6

464 Conclusión Desde el 20 de diciembre de 2016, la República Democrática del Congo ha perdido su distinción de democrática, si alguna vez la tuvo. El presidente Joseph Kabila ha incumplido la Constitución, al no convocar elecciones, llevando al país a una crisis institucional y a una situación de tensión que puede volver a desencadenar una guerra que desestabilice toda la región. El corazón de África sufre riesgo de infarto de nuevo. El escenario actual de impasse político era previsible desde hace tiempo y el Gobierno congoleño podría haberlo evitado. Si no ha impedido dicho callejón sin salida es porque solo beneficia a la élite que gobierna. El presidente parece querer llevar al país a un estado de inestabilidad y emergencia donde pueda presentarse como una autoridad suprema capaz de solucionar una crisis extraordinaria. Es decir, convertirse en lo que era la figura del dictator de la Antigua Roma. El presidente sabe que esa es la única forma de salvaguardar su sillón porque las potencias occidentales y el pueblo congoleño no van a permitirle seguir en el poder de forma democrática. Este año 2017, supuestamente año electoral, es de vital importancia para la RDC. No parece fácil que se vaya a dar una transición de poder tranquila y pacífica pues estamos ante un conflicto sostenido en el tiempo de tremenda complejidad y las incógnitas son múltiples. Kabila no ha organizado elecciones en cinco años y pocos confían que lo vaya a hacer en un año. Kabila no ha cumplido la Constitución y no parece que quiera cumplir el acuerdo de San Silvestre con la oposición. La misión de la MONUSCO, que ya lleva dieciocho años intentando mantener la paz en territorio congoleño, no consigue los resultados deseados, y ha llegado a ser acusada de proteger indirectamente al Gobierno de Kabila. Además, las grandes potencias como Estados Unidos, la Unión Europea y China, que «sacan leche de una vaca» congoleña que agoniza, no muestran un claro interés con el desarrollo político y social de la RDC. Sin lugar a dudas, la RDC tiene capacidad para convertirse en la locomotora de África pero para ello necesita un Gobierno que garantice una buena gestión, una buena calidad de las instituciones y una defensa a ultranza de la seguridad jurídica. bie3 >ĂĐƌƵĞŶƚĂƚƌĂŶƐŝĐŝſŶĚĞůŐŝŐĂŶƚĞĐŽŶŐŽůĞŹŽŚĂĐŝĂůĂĚĞŵŽĐƌĂĐŝĂ ŶĚƌĠƐ'ŽŶnjĄůĞnjĞƌǀĞƌĂ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϰϱͬϮϬϭϳ ϭϲ


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