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490 clásico establishment alberga grandes reservas, todo ello añadido a las incógnitas que rodean al personaje apolítico que es Donald Trump. Bajo esta situación, Israel —aliado estratégico y perenne de Washington— y su Gobierno conservador esperan que las promesas de campaña dadas por el ejecutivo estadounidense se hagan realidad. Mucho tendrá que ver la calidad de las relaciones de Jerusalén con Washington en cómo de reales sean las lineas citadas públicamente por Donald Trump sobre el pacto nuclear con Irán firmado por su predecesor. «Uno de los peores acuerdos que he visto», decía en referencia a dicho pacto. Todo parece indicar que esta cuestión se convertirá en una de las piedras angulares en las relaciones, más si cabe tras las palabras del presidente. A día de hoy se desconoce hasta qué punto el nuevo ejecutivo puede desmembrar los acuerdos estipulados por su precursor. No obstante, es un tema que si sigue adelante con toda la certeza va a empopar las relaciones entre ambas naciones. Dentro de todos los escollos de seguridad que Israel y su Gobierno vislumbran, el programa nuclear de Irán es el asunto primordial, por ser —bajo el prisma hebreo— la mayor amenaza para el Estado judío. Se unirá a cualquier proyecto que suponga debilitar la capacidad armamentística del que considera su más letal amenaza; y la Administración Trump, si se hacen eco de sus propias palabras, ejecutará una postura agresiva tanto en su estrategia como en su táctica, una práctica adueñada por Israel desde el nacimiento de su Estado. Cabe recordar que hasta 1979, bajo el sah Mohammad Reza Pahleví, fue aliado de Occidente, inclusive de Israel, de hecho, fue una de las razones por las que fue derrocado. Sin embargo, con el éxito de la revolución islámica, Irán pasó a ser un enemigo declarado; de hecho, el Ayatolá Jomaini abogó por la destrucción del Estado judío. A partir de ahí las relaciones solo fueron empeorando. Fue tal la metastasis de las relaciones que Irán fue incluido en el llamado «eje del mal» por la Administración de George W. Bush. La historia siempre ha demostrado lo fuerte que une a dos naciones un enemigo común: Irán puede convertirse en la razón que usen tanto Israel como Estados Unidos para desplegar una estrategia «defensiva» en su beneficio, una tendencia volitiva muy propensa en nacionalismos centrífugos. Según el académico israelí especializado en las relaciones bilaterales, Eytan Gilboa, la Administración Obama dejó un vacío de bie3 /ƐƌĂĞůLJdƌƵŵƉ͗ĂůĂĞƐƉĞƌĂĚĞůĂĐƚŽƌĂŵďŝǀĂůĞŶƚĞ :ĂĐŽďŽDŽƌŝůůŽ>ůŽǀŽ ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϰϳͬϮϬϭϳ ϭϬ


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