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747 Y es que la dinámica de amenaza y agresión del mundo bipolar marcó a los nacientes países de África subsahariana, dotándolos de rasgos y señas de identidad que todavía son claramente perceptibles. Los conflictos militares8 plagaron el continente en forma de ataques por parte de otro país o potencia colonial, o bien adoptando el carácter de guerra civil. Así pues, no cabe duda de que cualquier discusión actual en torno a política exterior y de seguridad en África subsahariana debe tomar en consideración los profundos cambios experimentados en este lugar desde el fin de la Guerra Fría. Y es que la caída del «telón de acero» y el subsiguiente desmantelamiento de la URSS supusieron también un «deshielo» en el continente africano. Ahora bien, el fin del mundo bipolar no restó carácter internacional a las dinámicas africanas. Podría parecer a simple vista que con el repliegue de Estados Unidos y la Unión Soviética en su empeño por ampliar e intensificar sus respectivas áreas de influencia, los problemas a los que se enfrentan los países africanos en la actualidad sean más nacionales que internacionales. Sin embargo, lo cierto es que la volatilidad política, las amenazas a la seguridad nacional, etc., son, en su mayoría, de carácter transnacional. De esta forma, al teórico9 repliegue de los dos hegemones de la segunda mitad del siglo veinte se le une el carácter interafricano de los conflictos, lo que ha hecho que en la última década se haya producido un cierto consenso en la necesidad de aportar «soluciones africanas a problemas africanos»10. Todo ello a pesar de que este consenso se disuelva en ocasiones ante la inadecuada capacidad o falta de voluntad de los países africanos y la injerencia de occidente en el continente. 8 Algunos ejemplos son la crisis del Congo (1960-1966), la guerra de independencia de Angola (1961- 1974), la guerra de independencia de Guinea-Bisáu (1963-1974), la guerra civil de Nigeria (1967-1970), la guerra civil de Rodesia (1964-1979), la guerra de independencia de Mozambique (1964-1974), la guerra de la frontera de Sudáfrica (1966-1990), la guerra de Ogaden (1977-1978), la guerra civil etíope (1974-1991), la guerra civil angoleña (1975-2002), la guerra civil mozambiqueña (1977-1992) y el conflicto etíope-somalí (intermitente desde 1960). 9 Me refiero aquí a aquellos que observan con cautela cómo la Rusia de Putin es más agresiva que la Unión Soviética de Gorbachov. Una Rusia que invade Ucrania y amenaza los países bálticos; que en 2013 superó por primera vez en una década a EE. UU. en gasto militar. Y, por otra parte, a unos EE. UU. cuya política exterior en los últimos años ha consistido en un repliegue (Grygiel y Mitchell, 2016), a la vez que su relación con Rusia se ha deteriorado. No obstante, esta política exterior parece que ahora sufrirá un golpe de timón bajo la administración Trump, volviendo a ser la potencia hegemónica de antes. 10 Quizá la respuesta institucional a lo que esta frase invoca sea la Unión Africana (AU) y sus objetivos de creación de estructuras de paz y seguridad en el continente africano. bie3 ^ƵĚĄĨƌŝĐĂ͕͎ƵŶƉĂşƐĂůĂĚĞƌŝǀĂĞŶĞůŶƵĞǀŽŽƌĚĞŶŵƵŶĚŝĂů͍ :ƵĂŶŶŐĞů^ŽƚŽ'ſŵĞnj ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϲϭͬϮϬϭϳ ϳ


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