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BOLETIN IEEE 6

852 Por tanto, la UE debe esforzarse por mantener el diálogo y el apoyo de EE.UU., para tratar de influir y mediar en las relaciones de Washington con Moscú y Pekín. La UE no puede quedarse relegada a un segundo plano en las relaciones de equilibrio de poder entre las principales potencias mundiales, entre las que predominará el realismo político, y debe defender los principios y valores europeos y el «multilateralismo eficaz» como el mejor instrumento para solucionar los retos y desafíos del siglo XXI de una manera pacífica preservando el orden liberal-democrático global. Conclusiones La llegada de Trump a la Casa Blanca y el cambio de rumbo de su política exterior parecen marcar un punto de inflexión en el escenario internacional en el que, probablemente, EE.UU. mantendrá una buena relación, aunque con algún altibajo, con Rusia y, por el contrario, una relación más tensa y distante con China, aunque el escenario de una guerra comercial es muy poco probable por las graves consecuencias para sus economías. Por tanto, la creación de una alianza tripartita entre las tres grandes potencias parece improbable por la eterna lucha de poder entre ellas, a no ser que Moscú aprovechando su postura geoestratégica al mantener unas relaciones cordiales con Pekín y reforzar sus relaciones con Washington, haga de mediador estratégico y consiga desarrollar sus relaciones con EE.UU. y China en el mismo sentido y dirección. Sin embargo, como ya hemos comentado, este escenario es poco probable, porque Rusia sabe que puede jugar mejor sus cartas y privilegiarse de su acercamiento a EE.UU., intentando contener el expansionismo chino. Pero no hay que olvidar que China también puede beneficiarse de la política exterior aislacionista norteamericana para consolidar su liderazgo en la región, e involucrarse más activamente en los compromisos de la agenda internacional lo que, evidentemente, incrementaría su poder e influencia en el mundo. Por su parte, la UE no solo debería ser capaz de superar su compleja situación, sino que debería avanzar en el proyecto común europeo reforzando los elementos identitarios de la Unión dotándola de una mayor coherencia interna que permita legitimar a la propia Unión frente a otras grandes potencias como EE.UU., Rusia o China. La UE debe tratar de alcanzar el binomio efectividad económica-cohesión social puesto que no podrá convertirse en un actor geopolítico internacional si antes no bie3 ůĂŝƐůĂĐŝŽŶŝƐŵŽĞŶůĂĞƌĂdƌƵŵƉLJůĂƌĞŶŽǀĂĐŝſŶĚĞůĂƐĂůŝĂŶnjĂƐĞƐƚƌĂƚĠŐŝĐĂƐ͗ ƵŶĂŽƉŽƌƚƵŶŝĚĂĚƉĂƌĂůĂhŶŝſŶƵƌŽƉĞĂ ĞĂƚƌŝnjEĂǀĂƌƌŽ^ĂŶnj ŽĐƵŵĞŶƚŽĚĞKƉŝŶŝſŶ ϲϳͬϮϬϭϳ ϭϯ


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