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Editorial VISIÓN DE LAS FF.AA PARA EL AÑO 2040 Las futuras Fuerzas Armadas habrán de evolucionar hacia una mayor cooperación hombre-máquina, empleando sistemas autónomos que liberen al humano de ciertas tareas relacionadas con el aspecto físico del combatiente para permitirle centrarse, principalmente, en la toma de decisiones importantes y en la supervisión de la misión. Dichos sistemas autónomos no solo liberarán al humano de cargas físicas, sino también mentales, consiguiendo así una eficiente gestión de la información, reduciendo la fatiga mental del individuo. En este sentido, las capacidades de realidad aumentada y sensores avanzados le ayudarán a disponer de un gran abanico de información y amplia consciencia situacional, lo que facilitará la toma de decisiones. La información necesaria se le mostrará al individuo en el momento preciso, discerniendo entre los datos que realmente necesita conocer y aquellos que son prescindibles. En línea con lo anterior, los sistemas autónomos, que no sólo cubrirán los dominios de tierra, mar y aire, sino también el de espacio, de manera independiente e incluso de manera simultánea (plataformas cross-domain o multi-dominio), serán masivamente empleados para la obtención de información del campo de operaciones, cobrando especial relevancia la fusión de la información de los distintos sensores. Cabe señalar el amplio espectro de aplicaciones al que se podrán destinar estos sistemas autónomos, desde aplicaciones específicas como C-IED/EOD, desminado o guerra NRBQ, hasta operaciones de adquisición de información en terreno enemigo, búsqueda y rescate, vigilancia y reconocimiento, actividades de apoyo logístico y de transporte de carga, así como otras tantas tareas de apoyo al combatiente. En este sentido, la interoperabilidad de las diferentes plataformas supondrá una capacidad angular en la operación de las mismas teniendo como resultado una reducción de riesgos en las operaciones. Las tecnologías que regirán las capacidades de los futuros sistemas serán aquellas que aumenten su autonomía, reduzcan sus firmas, al mismo tiempo que sus costes de operación y, por supuesto, mejoren su interoperabilidad. Más en general, los sistemas autónomos tendrán la capacidad de realizar asociaciones entre sí en forma de enjambres o swarms, distribuyéndose tareas automáticamente entre ellos y trabajando de forma coordinada para la consecución de un objetivo común. Al empleo masivo de plataformas autónomas se sumarán los exoesqueletos, que aumentarán las capacidades físicas y cognitivas del combatiente de forma substancial. El armamento de las plataformas incorporará novedades significativas, como potentes armas láser y municiones de altas velocidades y alcances. El desarrollo de grandes campos electromagnéticos permitirá, a su vez, acelerar proyectiles a altas velocidades, incrementando considerablemente la energía cinética de los mismos y no siendo necesaria carga explosiva alguna para producir el daño. No se estaría muy desencaminado en afirmar que los sistemas de armas del combatiente estarán automatizados con todo tipo de tecnologías de asistencia de disparo, detección e identificación automática de objetivos o seguimiento autónomo de blancos. En un entorno tan digitalizado e informatizado, la capacidad de llevar a efecto operaciones de guerra y contra-guerra electrónica, así como a través del dominio cibernético, se antoja vital. Se espera que el ámbito de guerra electrónica gane incluso más relevancia conforme crezca la informatización y digitalización de las plataformas, siendo imprescindible la habilidad de interferir electromagnéticamente sobre los sistemas enemigos a la vez que se protejan y defienden los propios. Las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, en el año 2040, estarán dirigidas principalmente a la interconectividad integral de todos los dispositivos generadores de grandes volúmenes de información heterogénea, que habrá que fusionar a gran velocidad y con una alta tasa de utilidad para la toma de decisiones. Esta dependencia absoluta de las redes de comunicaciones exigirá que la seguridad de la información y de las comunicaciones sea un requisito obligatorio e ineludible y, por tanto, uno de los pilares del diseño de los sistemas de armas. Ante esta utilización intensiva de subsistemas y dispositivos, se espera que el consumo de energía de las plataformas y del combatiente crezca exponencialmente, requiriéndose baterías y arquitecturas energéticas mucho más eficientes. El empleo de nuevos materiales (materiales compuestos, materiales inteligentes, etc.) que mejoren las prestaciones de multitud de sistemas militares, tales como los sistemas de protección pasiva de combatientes y plataformas frente a amenazas de tipo balístico, la estructura de las propias plataformas para hacerlas más seguras e incrementar su movilidad y operatividad, sistemas del combatiente que mejoren su movilidad y confort y las prestaciones de otros equipos, constituirán un elemento clave en el diseño y desarrollo de las mismas. El espacio será un entorno que cobrará cada vez más trascendencia, habiendo la posibilidad de que surjan sistemas de aeronaves espaciales autónomas y furtivas con capacidad de combate, las cuales podrán proteger los satélites propios y aliados, así como atacar los sistemas enemigos. Se considera que, en el futuro próximo, quien controle el espacio controlará también la tierra. Finalmente podemos concluir que, en un horizonte temporal de 25 años, los ejércitos habrán evolucionado hacia una Fuerza con capacidad de acción más rápida y eficaz, en la que entrarán en juego múltiples factores derivados del rápido desarrollo tecnológico, principalmente resultantes del avance en el área de la computación y las comunicaciones. Del mismo modo, este progreso tecnológico se traducirá en plataformas de altísimas prestaciones y elevados costes, tanto de adquisición como de operación. Esto derivará en una reducción del número de plataformas y sistemas necesarios en las FF.AA, y en una reorientación de las tareas efectuadas por el personal militar hacia labores más relacionadas con el planeamiento, el control, la supervisión y la toma de decisiones. Los humanos, más que utilizar y manejar las máquinas, colaborarán y se asociarán con ellas para una optimización del trabajo y maximización de las posibilidades de consecución de la misión. Boletín de Observación Tecnológica en Defensa n.º 55. Tercer y cuarto trimestre2017 3


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