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MEMORIAL DEL ARMA DE INGENIEROS 99

DICIEMBRE 2017 125 El alivio que causa el fin del conflicto, es tal, que el trauma en la conciencia militar y colectiva, del brutal empleo del arma nuclear, es intencionadamente escamoteado, para seguir manteniendo la hegemonía exclusiva de su empleo. Será preciso más de medio siglo de análisis y reflexiones, para empezar a conocer en profundidad su inhumano significado, así como los trascendentales cambios que ha producido en muchos conceptos de la guerra. Este retraso en el análisis, hace que las armas y los ejércitos clásicos sigan significando poder y seguridad para la mayoría de las naciones, ignorantes de los radicales cambios que el arma nuclear, ha producido en la estrategia, y en la política. Ignorar estos radicales cambios, ha llevado a algunas naciones no nucleares, a un tenaz hundimiento de sus capacidades de Defensa, en esquemas hace tiempo superados. La llegada del arma nuclear y el temor de que alguna de las potencias nucleares, recurra a ella, en último extremo, transforma radicalmente hasta el concepto mismo de guerra. Al asociar el explosivo nuclear (de múltiples cabezas) al misil balístico, se pueden llevar los daños a grandes distancias, con gran precisión y a gran velocidad, por encima de los espacios terrestres, marítimos, y aéreos de soberanía nacional, tradicionalmente prohibidos a las fuerzas armadas hostiles. En este sentido, el arma submarina nuclear, dotada con misiles y propulsión nuclear, vino a convertirse en soberano absoluto, pues es capaz de ofrecer seguridad en sus dos aspectos: preventiva (capacidad de disuasión) y represiva (capacidad de represalia). El submarino nuclear cuenta además, con una autonomía prácticamente ilimitada. Las potencias nucleares, exigen a las demás no nucleares, el estricto cumplimiento del Tratado de no proliferación de armas nucleares, y sobre proliferación de armas de destrucción masiva, mientras ellas continúan perfeccionando y aumentando sus arsenales, a pesar de que el mismo tratado lo prohíbe. Las aglomeraciones urbanas, reúnen ahora lo esencial de las naciones industriales, y constituyen los nodos neurálgicos de las infraestructuras vitales de una nación. Estas aglomeraciones urbanas, serían los primeros objetivos de un ataque nuclear. El arma nuclear invierte las vulnerabilidades de las fuerzas clásicas, haciendo al hábitat, más que a los ejércitos, objetivo del adversario. El armamento nuclear es significativo y disuasorio, incluso en pequeñas cantidades. Es más, ésta es justamente la característica esencial del arma nuclear, pues conlleva un elevado grado de disuasión. El grado de disuasión de una nación, puede medirse hoy día, por su capacidad para derribar cualquier plataforma que violes su s espacios de soberanía. Para ello las miríadas de satélites artificiales, y el misil, se han manifestados inseparables desde su nacimiento. Hoy no hay territorio que escape al alcance de las armas nucleares. Para éstas armas, ya no existen frentes ni fronteras. Es importante señalar que para una potencia nuclear, no existe el espacio terrestre, aéreo, marítimo o espacial. Para una potencia nuclear, solo existe el territorio nacional, y el no nacional. Solo la defensa del territorio nacional, justificaría el recurso al arma absoluta, el segundo territorio, el no nacional no se “merece que se ponga en juego la vida de la nación”.


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