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BOLETIN INFORMATIVO SANIDAD MILITAR 35

2018 HISTORIA Y HUMANIDADES 35 conclusión, alojamiento y enseñanza (casa y escuela) conformaban el Cole-gio militar y para entrar uno en la ins-titución era necesario ser admitido en la comunidad y además vestir el uni-forme prescrito en la ordenanza, como así sucedía en este centro docente. In-cluso aventuramos a decir que el Real Colegio-Escuela de Veterinaria actuó como una «Academia Militar» para la preparación de los primeros veteri-narios que debían incorporarse a las unidades montadas de Dragones, Hú-sares y Artillería a lomo del ejército de los Borbones, y también para ser des-tinados a las yeguadas y remontas del Arma de Caballería. El Real Colegio-Escuela abrió sus puertas el 18 de octubre de 1793, con Segismundo Malats y Codina como primer director y con Hipólito Esté-vez y Vallejo como segundo director. Ambos eran mariscales mayores del Ejército (veterinarios militares) y fue-ron encargados de impartir todas las asignaturas de la carrera, aunque en los sucesivos cursos se fueron incor-porando a la docencia, y casi sin solu-ción de continuidad, otros profesores, muchos de ellos veterinarios militares que habían servido como mariscales mayores en el ejército de los Borbones y Yeguadas reales. La primera lección la impartió su primer director ante los alumnos y gente muy principal del Gobierno. La clase inaugural, bajo el título de «Ora-ción de la veterinaria», se la ofreció a Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, por ser uno de los principales impulsores de la creación del Centro. Segismun-do Malats, muy criticado por los his-toriadores, trazó en su disertación las líneas primordiales de la nueva ciencia veterinaria que, hija de la Ilustración, venía a sustituir a la histórica, empíri-ca, rutinaria, monocorde y tradicional albeitería. Ese día señaló con claridad meridiana que los conocimientos de la medicina y cirugía hipiátrica debía ampliarse a otras especies de inte-rés zootécnico. Dentro de la medi-cina animal señaló la importancia de combatir las epidemias y controlar las epizootias; remarcó la importancia de la trasmisión de las enfermedades de los animales al hombre y enmarcó a la naciente veterinaria dentro del campo de la Salud Pública, control de plagas, higiene y control medioambiental. Sentó las bases para comenzar a prac-ticar una zootecnia con fundamentos científicos y no poéticos. En el ámbito de la salubridad de las carnes, sobre la que años más tarde daría lugar a la actual higiene y seguridad alimentaria, adelantó que se deberían implantar ri-gurosas y metódicas inspecciones. Su discurso fue un modelo de erudición y de visión de futuro, a pesar de los as-pectos negativos en materia docente y de su comportamiento inquisitorial hacia sus compañeros de profesión, asuntos que no son del caso tratar ahora. Sin poderlo asegurar ni demos-trar, pero con cierta verosimilitud, Malats adoptó el sistema de ense-ñanza «pestalociano» consistente en dar la oportunidad de aprender los alumnos sobre sí mismos mediante la actividad personal. Los alumnos más aventajados, que pasaban cur-so, eran nombrados subprofesores del curso anterior. Con este sistema ayudaban a sus profesores y refor-zaban sus conocimientos de anato-mía y exterior de los animales do-mésticos. En definitiva era la táctica del «Si quieres aprender, enseña». El lema del método pestaloziano fue «El aprendizaje por la cabeza, la mano y el corazón». En 1800 el Brigadier (y más tarde teniente general) D. Félix Colón de La-rriategui, protector del Real Colegio- Escuela, redactó unas nuevas orde-nanzas para el régimen y gobierno del Centro docente. En ellas se reconocía la naturaleza militar de la Institución. Los profesores, subprofesores y alumnos debían portar un uniforme, lo mismo sucedía con el resto del per-sonal subalterno. La disciplina interna corría a cargo de un oficial del ejército y dos sargentos. No solo se les instruía en la materia médica y quirúrgica sino que también se les prestaba asistencia sanitaria y religiosa. No tiene nada de Brigadier Félix Colón de Larriategui


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