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Historia y Cultura Naval BIP 65 #F8AB2D?=E?BCF>DF@EF-C;E>:?EF>D@F=:-5E?BACF Para conmemorar una efemérides desconocida por muchos marinos, el 17 de agosto se celebró el 120 aniversario de un hecho peculiar en la historia naval española, la botadura con éxito en la poza de Guixar del sorprendente ingenio creado por D. Antonio Sanjurjo Badía con la romántica intención de defender la desprotegida ría de Vigo de la hipotética invasión americana tras la guerra de Cuba. Antonio Sanjurjo Badía, conocido como «el habilidades », era un ciudadano vigués natural de Sada (La Coruña) que carecía de estudios pero nació sobrado de ingenio. Como tantos gallegos de su época emigró a Cuba, donde hizo fortuna y regresó a Vigo en la década de 1860. Una vez asentado en la ciudad olívica, creó «La Industriosa », un grupo empresarial que comprendía astilleros y empresas de transporte. A raíz de la guerra de 1898 que enfrentó a España y Estados Unidos, Sanjurjo albergaba el temor a un ataque estadounidense sobre la propia península, especialmente sobre Vigo, que se encontraba desguarnecida y perfectamente alineada, compartiendo paralelo con Nueva York. Sanjurjo dedicó su propio capital y puso su ingenio y su astillero a disposición de España, diseñando un revolucionario artilugio submarino bautizado como «boya torpedera » que estaba tripulada por él mismo y otros dos trabajadores de su astillero. El industrial se encargaba del gobierno y la manipulación de los explosivos, mientras que sus dos esforzados acompañantes eran la fuerza motriz del ingenio, ya que la propulsión era literalmente a pedales. El barco de Sanjurjo, que pasó con éxito su primera y única prueba de mar el 11 de agosto de 1898 en la dársena de la ría que bañaba su propia fábrica, medía algo más de cinco metros de eslora, desplegaba una velocidad de tres nudos con una autonomía de aproximadamente dos horas, gracias a un compresor manual también diseñado por Sanjurjo. Demostró su capacidad con una inmersión de una hora y media y otra de tres cuartos de hora, con el propio inventor a los mandos de la nave, efectuando estas inmersiones que llegaron a la profundidad de veinte metros y sin contar con amarres auxiliares que pudieran tirar del buque hacia la superficie en caso de necesidad. Accionado por un mecanismo razonablemente simple y armado con dos tubos lanzatorpedos de doce metros, el sumergible respondió a pesar del angustioso emplazamiento de sus tres ocupantes. Por fortuna, el submarino nunca entró en combate, ya que poco después de su prueba de mar comenzaron las negociaciones que culminarían en el Tratado de París que pondría fin al conflicto. Para conmemorar esta hazaña se celebró un emotivo acto organizado por la familia Sanjurjo en el «Museo del Mar» de Vigo, al que fueron invitadas las Submarino Sanjurjo Badía en el muelle de Guixar (Vigo). Prueba de mar del submarino Sanjurjo Badía. Compresor del submarino, expuesto en el Museo del Mar, de Vigo.


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