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T R O P A S D E M O N T A Ñ A GMAM / 33 y supuso un ejemplo de valores y buen hacer en el mundo civil y militar (no olvidar las actividades llevadas a cabo conjunta-mente con la ONCE, la MAZ o el Hospital Gómez Ulla). Con el advenimiento de la crisis económica el Grupo sufrió un importante revés. Relegado necesariamente en la escala de prioridades le fueron negadas la mayoría de las financiaciones que requieren las grandes expediciones. Por otra parte y simultáneamente, el mundo del alpinismo evolucionaba. Las míticas cumbres antaño solitarias alojaban ahora populosos y confortables campos base. Las previsiones meteorológicas eran cada vez más precisas, los levantamien-tos topográficos y el GPS daban fiel información del terreno y las comunicaciones vía satélite permitían enlace constante con cualquier lugar del globo. El reto que supuso llegar hasta estas cimas había perdido gran parte de su mérito. Estos dos hitos tuvieron un obvio efecto sobre el Grupo. Du-rante la última década las expediciones que realizó fueron po-cas y de otra índole. Y muchas de sus salidas costeadas casi íntegramente por sus participantes. ¿Pero de qué índole fueron esas otras expediciones? ¿Hacia dónde estaba evolucionando el alpinismo? ¿Quedaban retos esperando en las montañas? La respuesta a la última pregunta es un rotundo sí, y supone en cierto modo una lección de valores. Superado el reto de lle-gar a lo más alto se pudo volver la vista atrás y divisar que tal vez aquello no era lo único. Un número no podía dar completa medida a algo tan complejo. ¿Acaso habían de ser desestima-das ciertas montañas por su altitud? ¿Ciertos itinerarios por no llegar a la cima? La dificultad, el mérito… pueden darse en lugares más cercanos o menos elevados. Y como prueba pal-maria de ello citaremos dos de las últimas expediciones del Grupo a modo de ejemplo. En 2012 una expedición cívico militar con integrantes del Gru-po Militar de Alta Montaña se dirige a Patagonia. El objetivo es el Cerro Torre. Esta montaña ha sido calificada por muchos como la más difícil de escalar de todo el mundo. Todo ello su-perando por poco los 3000 metros sobre el nivel del mar. Dos miembros del Grupo junto con otro español alcanzaron su cima tras 16 horas de escalada ininterrumpida. Surcando mu-ros fisurados de granito y formaciones heladas de muy poca consistencia. 17 horas después de hollar la cima y tras una tra-vesía inmunda por el hielo continental llegaron a buen puerto. Se trataba de la vía Ferrari. En 2014 otra expedición de similares características se adentra en el Himalaya para probar suerte en la cara N del pico Cho-latse (6440 m), vecino del Everest. Un miembro del grupo junto con otro español se hicieron con ella (1800 m verticales) tras tres días de batalla con sus tres noches en la pared. Escalada en roca, en hielo, artificial y en libre de alta dificultad en condi-ciones de escasez de oxígeno y ausencia de sol. Tras no poder alcanzar la cima y con ello el descenso natural se vieron obli-gados a descender por el lado sur, lo que les llevó el montaje de 100 rápeles y una gestión de material modélica, llegando al límite de sus capacidades físicas y mentales. Ni la altura, ni siquiera la cima supusieron el reto de estas em-presas. En ellas se puso de manifiesto todo valor requerido por un alpinista. Aquellos que tan bien casan con la profesión Ascensión corredor noroeste Pico Aspe Cima Mulacén Vía El Navegante 7a peñón de Ifach


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