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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 128

RAFAL REICHERT proporción que el constructor vasco prolongó hasta tres, lo que permitió aumentar el tamaño de los buques y reforzar su casco, si bien forzando su arqueo peligrosamente. Este hecho influyó en la reducción del calibre de los cañones montados a bordo, que debía ser menor de 24 libras (1). En lo que se refiere al Castilla, se sabe que este navío fue construido en catorce meses en el astillero de Ferrol y botado a principios del año 1751 (2). Cabe mencionar que se trataba del tercer navío de línea que portaba este nombre en la Real Armada española. Su primer antecesor, construido en 1730, portaba 62 cañones y terminó su servicio seis años más tarde en La Habana, donde se desarmó y se aprovecharon sus maderas para la construcción de otras embarcaciones. El segundo fue botado en 1737. Portaba 60 cañones y naufragó en las Indias en 1751 (3). Tras su botadura, en 1751, el Castilla fue enviado a su primera misión en América bajo el mando del capitán de navío Gutierre de Hevia y Valdés. Desde entonces hasta 1755 formó parte de la escuadra anclada en el puerto de La Habana, en unión del navío Europa, las fragatas Aurora y Bizarra y el paquebote Diligente. Las principales obligaciones de dicha fuerza eran combatir el corso y el comercio ilícito extranjero, además de repartir los situados en el Gran Caribe y proteger los barcos que se dirigían con caudales a la metrópoli (4). Entre mayo de 1756 y marzo de 1757 el Castilla realizó misiones de patrullaje en el Atlántico. Además, durante ese tiempo participó en la escolta de tropas a Canarias y Ceuta. En abril de 1759 Pedro González de Castejón se convirtió en su comandante. Un año después, el buque se encontraba en la bahía de Cádiz cargado con los caudales provenientes de Nueva España. El 7 de septiembre de 1760, al mando del capitán Francisco María Espínola, zarpó de Cádiz rumbo a Cartagena de Indias, llevando a bordo al flamante virrey de Nueva Granada, Pedro Mesía de la Cerda y Cárcamo (marqués de la Vega de Armijo). Tras casi dos meses de navegación, ancló por fin en el puerto cartaginense, donde permanecería inmovilizado prácticamente todo el año 1761, hasta que, a principios de octubre, fue enviado a La Habana tras ser sustituido en el puerto novogranadino por el navío Neptuno, en cumplimiento de la orden de que de las escuadras de los puertos cubano y cartaginense intercambiasen anualmente sendos navíos (5). (1) MANERA REGUEyRA, Enrique: «La política naval española del rey Carlos III», en Revista General de Marina, agosto 1986, t. 211. Madrid, p. 192. (2) VEGA BLASCO, Antonio de la: «La infraestructura naval del Siglo de las Luces», en Revista de Historia Naval, año XVIII, núm. 71. Instituto de Historia y Cultura Naval, Madrid, 2000, p. 39. (3) El astillero constructor de este buque ha sido puesto en entredicho por varios autores. Véanse ANCA ALAMILLO, A.: «Un navío que nunca existió: el Castilla construido en Esteiro en 1751», en Revista de Historia Naval, núm. 118, 2012, pp. 111-119, y GARCÍA-TORRALBA, E.: «A propósito del navío Castilla», en ibídem, núm. 120, 2013, pp. 99-106. (N. de la R.) (4) MARTÍNEZ-VALVERDE y MARTÍNEZ, Carlos (dir.): Enciclopedia general del mar. Garriga, Madrid, 1957, p. 231. (5) PARCERO TORRE, Celia M.ª: La pérdida de La Habana y las reformas borbónicas en Cuba, 1760-1773. junta de Castilla y León, Valladolid, 1998, p. 63. 80 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 128


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