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EJERCITO DE TIERRA JULIO AGOSTO 2016

Itinerario seguido por Magallanes y Elcano arrecifes imposibilitaron acercar los botes a la orilla. Solo 49 europeos se echaron al agua, que les cubría incluso los muslos, y permaneció el resto en las falúas para evitar que se estrellaran en los rompientes. Nada más alcanzar tierra, casi 1.500 nativos se abalanzaron sobre los españoles. Magallanes dividió sus huestes en dos grupos, y los arcabuceros y ballesteros empezaron a disparar. Al estar demasiado lejos, escasamente alcanzaban herir a algunos enemigos que, a pesar de sus lesiones, seguían combatiendo y arrojando sus lanzas a los extranjeros. «No disparéis, no disparéis», gritaba aquel cuando vio que los disparos y saetazos no servían de nada. La lluvia de flechas, lanzas y piedras era incesante sobre Magallanes y sus tropas, de las que apenas sus corazas podían protegerles. El portugués mandó que incendiaran las casas de los indígenas, lo que provocó aún más la ira de los atacantes. Dos soldados murieron en la misión de quemar las viviendas, al tiempo que una flecha envenenada atravesó el muslo del navegante luso. Entonces ordenó la retirada y continuó la pelea en el agua. Cuando los filipinos comprendieron que donde podían hacer daño era en las piernas de sus enemigos, la parte que no tenía protección, las lanzas y flechas fueron dirigidas hacia las extremidades inferiores. Durante más de una hora los expedicionarios se defendieron con gallardía, hasta que un guerrero 106  REVISTA EJÉRCITO • N. 904 JULIO/AGOSTO • 2016 alcanzó levemente el rostro de Magallanes con su lanza. Este le clavó la suya en el pecho, que atravesó completamente, y lo mató en el acto. A continuación intentó desenvainar la espada para seguir combatiendo, pero se lo impidió una nueva lanzada en el codo. Al momento varios indígenas se arrojaron sobre el portugués. Uno que portaba una especie de cimitarra le desgajó un profundo tajo en la pierna izquierda, lo que produjo la caída de Magallanes. El valiente capitán ordenó a sus hombres que se marcharan al tiempo que varias lanzas le alcanzaban en la espalda y terminaron con su vida. Antes de morir consiguió alzar la cabeza para ver que la mayoría de sus subordinados se habían salvado. Varios capitanes también perecieron en diversas circunstancias. Unos cuantos regresaron en la Trinidad hacia Panamá por el Pacífico. El mando de la expedición recayó en Juan Sebastián Elcano, quien decidió navegar hacia Occidente. Tras surcar el Índico gobernando la nao Victoria y bordear el cabo de Buena Esperanza, logró llegar a España el 6 de septiembre de 1522. Además de Elcano, solamente otros 17 hombres sobrevivieron al viaje. Carlos I, asombrado por el valor del navegante vasco, le concedió un escudo en el que figura un globo terráqueo y la leyenda PRIMUS CIRCUMDEDISTI ME, El primero que me dio la vuelta.


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