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EJERCITO DE TIERRA JULIO AGOSTO 2016

Geografía e Historia REVISTA EJÉRCITO • N. 904 JULIO/AGOSTO • 2016  81  en peligro el principal motor de la economía holandesa, pues la sal constituía una materia prima insustituible tanto en la conservación de pescado y carne como en la industria quesera y mantequillera. Como consecuencia, se produjo una drástica subida de precios y un incremento del paro que pudo llegar a afectar hasta treinta mil trabajadores. Dada la gravedad de esta situación los Estados Generales determinaron al mes siguiente, marzo de 1599, organizar una expedición contra España. Reunieron setenta y cuatro naves con diez mil hombres y abundante artillería y la pusieron en manos del almirante Van der Does, ordenándole causar el mayor perjuicio posible «apresando sus navíos mercantes, atacando sus puertos, ciudades e islas, imponiéndoles rescates u hostilizándolos». Así que, no solo no se cumplieron las expectativas de Felipe II sino que se produjo, ya con Felipe III en el trono, uno de los ataques más graves y de mayor calado en la geopolítica canaria. Los hechos tuvieron lugar entre el 26 de junio y el 8 de julio de 1599, comenzando con el ataque a la bahía de La Luz por una potente armada de los Países Bajos dando lugar a lo que pudo ser la invasión de Gran Canaria y tal vez del resto del archipiélago. Los días 3 y 4 de julio la ciudad de Las Palmas fue saqueada e incendiada. Este acontecimiento constituye uno de los más trágicos de la historia de la isla. A los holandeses se enfrentaron los grancanarios, al mando de Alonso de Alvarado, con un pequeño ejército de 150 soldados profesionales y mil milicianos usando las armas de que disponían: algunos arcabuces, picas, aperos de labranza y una heroicidad innegable. Fue el fin de un siglo, de una época de prosperidad en una ciudad que no volvió a ser la misma a lo largo del siglo siguiente, y a la vez constituyó una gran victoria de la que dependió la paz y la seguridad futura de Canarias. VALOR ESTRATÉGICO DE GRAN CANARIA La importancia de la situación de las islas Canarias, última escala hacia América, era evidente, más en un tiempo en que aún no existía el canal de Suez y el comercio con las islas de las especias se hacía por las difíciles rutas del Cabo de Buena Esperanza y el Estrecho de Magallanes. Las islas también ejercían la función de enclave defensivo frente a las incursiones de corsos. Por ello ya Felipe II había dispuesto su fortificación, nunca completada del todo por falta de créditos. Estos ataques corsarios tenían por finalidad unas veces saquear alguna población, otras veces las islas se convertían en el escondite desde el que acechar la llegada del oro y la plata americanos y, finalmente, la conquista de alguna El almirante holandés Pieter Van der Does


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