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REVISTA HISTORIA MILITAR 119

MANUEL FERNÁNDEZ SILVESTRE: GESTACIÓN … 125 atención por la costa entre Quilates y el Morro amagando un desembarco y cae sobre Beni-Urriaguel”. Entonces, sin que nadie lo espere, sin que nadie pueda apenas suponerlo, vendrá el infierno de Igueriben. Al alba del 17 de julio un confidente confirmará que la posición está rodeada y al mediodía se iniciará un violento tiroteo en el que los rifeños se acercarán hasta los 200 metros. Mientras tanto, Annual está luchando, por las barrancadas y a las puertas del campamento de Regulares; también en las lomas que llevan al Izummar. El combate se gana, pero a duras penas. En Igueriben empieza a castigar la sed; los soldados no han bebido apenas desde el día 16. Silvestre telegrafía a Berenguer el mismo 17, pero el mensaje es recibido ya al día siguiente. Solicita permiso para emprender acciones de represalia en el momento que considere oportuno, entendiendo que son la única forma de sofocar la hostilidad enemiga92. El alto comisario contestará que “aunque en mis instrucciones recomendara a V. E. adoptar actitud defensiva en vista de la situación … me refería desde luego a no estimar oportuno por ahora cualquier acción sobre los contrafuertes de Tensaman”, es decir, acciones ofensivas de largo alcance. Sin embargo, lo que Berenguer había ordenado a Silvestre era mucho más tajante. “Le contesté, para constancia escrita, después de … reiterarle la conveniencia de abstenerse de todo movimiento sobre dicha línea, y muy principalmente su orilla izquierda: Si pasadas estas circunstancias se presentara ocasión favorable, se servirá V. E. someterlo a mi aprobación…”93. El día 18 resultará nefasto. Una columna al mando del comandante Romero, apoyada por un escuadrón de Regulares al mando del capitán Cebollino Von Lindeman y con los tenientes Silvestre y Carvajal como auxiliares, va a tratar de socorrer Igueriben. El convoy sale con 72 mulos, conducidos a través de cinco kilómetros de barrancos entre el fuego rifeño. Su empuje les lleva a las alturas que rodean Igueriben, ocupadas cuerpo a cuerpo. Desde allí se logra alcanzar la posición a duras penas; se consigue hacer el convoy y la retirada se produce sin bajas gracias a la habilidad de Cebollino, que desciende por una senda inesperada. Toda la información tiene que viajar de Annual a Melilla, donde se encuentra Silvestre, y de Melilla a Tetuán, haciéndose muy difícil la aclaración de los mensajes. Por falta de sitio en Igueriben, los mulos supervivientes (unos 67) han quedado en la alambrada. En la noche se reparte un cuarto de litro de agua por soldado en Igueriben. Algunos oficiales renuncian a su parte, preludiando un comportamiento en Revista de Historia Militar, 119 (2016), pp. 125-132. ISSN: 0482-5748 92  Ibídem, p. 69. 93  Ibídem, p. 41.


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