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REVISTA HISTORIA MILITAR 119

52 ALBERTO BRU SÁNCHEZ-FORTÚN oficiales particulares del arma, y la que las Juntas pretendieron defender. En realidad, para podernos explicar el origen y desarrollo del fenómeno juntero, resulta poco menos que irrelevante indagar el número de ascensos por méritos de campaña de la escala de reserva retribuida del arma de Caballería, por ejemplo, o de la escala activa del cuerpo de Artillería, que, además, por esta época debía renunciarlos, o el número de elegidos para ascender al empleo de general de división, por más bélicos que fueran los méritos que algunos acreditaran, pues en el generalato todas las promociones en paz o en guerra eran siempre por elección, y, en tanto que oficiales generales que ya no habitaban el escalafón particular del arma o cuerpo, sus ascensos habían dejado de preocupar a sus antiguos compañeros. En cambio, nos ha parecido fructífero comparar el número de promociones en campaña que se dieron en Cuba y Filipinas entre 1895 y 1900, con las concedidas durante nuestras operaciones en Marruecos, desde la guerra de Melilla de 1909 hasta 1917, año en que se produce el último ascenso de guerra en la escala activa del arma de Infantería previo a la irrupción de las Juntas. Curiosamente, ese ascenso, aparecido en el Diario Oficial del 1 de marzo, es el de Francisco Franco a comandante, gracias a un expediente de mejora de recompensa que transmutó una cruz de María Cristina en un empleo. Como sabemos, las Juntas ya no permitieron ningún ascenso más hasta los 16 concedidos en la ley de 11 de junio de 1922, y el periodo que abarca desde el 1 de julio de 1916 al 29 de junio de 1918, fecha de aparición de la Ley de Bases de Reorganización del Ejército, quedó desierto a efectos de recompensas. Tras esta advertencia, veamos los resultados obtenidos86. 86  La fuente utilizada ha sido principalmente el Anuario Militar de España de los años 1897 a 1901 y 1910 a 1916. En todos ellos, hacia el final del volumen, aparece un capítulo titulado “Resumen general del personal del Ejército y estados de altas y bajas de Generales, Jefes, Oficiales y sus asimilados”, dividido en dos apartados: un cuadro estadístico titulado “Resumen del personal de los Sres. Generales, Jefes, Oficiales y sus asimilados e individuos de tropa que componen el Ejército”; y una serie de cuadros estadísticos reunidos bajo el epígrafe “Estados de altas y bajas de Generales, Jefes, Oficiales y sus asimilados…”, referido en cada caso al periodo de tiempo que cubre el respectivo anuario (normalmente los doce meses anteriores). En esta última serie se distinguen los ascensos ordinarios de los de guerra en las diferentes escalas y cuerpos. El anuario de 1896 es la excepción y no los diferencia, por lo que para cubrir el año 1895 hemos debido vaciar el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra de ese año. En el anuario de 1917, compuesto con el general Luque en el Ministerio de la Guerra, ya no aparece este cómodo capítulo con los cuadros estadísticos que hemos comentado, ni tampoco al año siguiente, por lo que ha sido necesario vaciar también el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra de los años 1916 y 1917 para poder confeccionar los referidos a ambas anualidades. Revista de Historia Militar, 119 (2016), pp. 52-66. ISSN: 0482-5748


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