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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 132

JOSÉ ANTONIO OCAMPO ANEIROS siete días después, como queda dicho— fue el presidente de la comisión encargada de investigar este naufragio, especialmente doloroso para él porque había visto nacer el buque. Por otro lado, Beránger y el ministro de Fomento, joaquín López Puigcerver, en representación del Gobierno, y la condesa de Niebla, representando a la reina, asisten a la botadura del acorazado (crucero protegido) Carlos V el 12 de marzo, en Cádiz, en los astilleros de Vea- Murguía, con muy mal tiempo. También pasó un mal rato el ministro con el hundimiento del Sánchez Barcáiztegui, acaecido el 18 de septiembre de 1895 en la boca de El Morro de La Habana, cuando salía del apostadero, por colisión con el Conde de la Mortera, buque mercante de la compañía Herrera que entraba en el puerto. El Sánchez Barcáiztegui llevaba a bordo al contralmirante Delgado Parejo, comandante general del apostadero de La Habana, quien murió en el siniestro, y con él el comandante del buque, capitán de fragata Francisco Ibáñez Varela; el contador Pueyo, el médico Martín, el alférez de navío Sosota y 36 tripulantes más (54). Diez días después el crucero Colón encallaba en los bajos de Colorados, cerca del cabo de Buenavista (Pinar del Río, Cuba), esta vez sin víctimas. Ese mismo año se pierde el cañonero Tajo en la boca de Pasajes. Tantas pérdidas consecutivas, así como la imposibilidad de aumentar las nuevas construcciones, crearon un ambiente de animadversión hacia la Marina, que sufrió ataques desde algunos periódicos (55). A primeros de agosto de 1897, el acorazado Emperador Carlos V estaban en su fase final de construcción cuando, por acuerdo del Consejo de Ministros, Beránger, ministro de Marina, dispuso su salida urgente para El Havre (Francia), con las obras sin rematar, a fin de montar el sistema eléctrico de sus torres de artillería, cosa que no pudo completarse porque el ministro, una semana después, ordenó iniciar la entrega provisional, lo que se hizo el 18 de agosto de 1897 (56). A primeros de agosto, con motivo de la primera misa a bordo, Beránger enviaba un telegrama de felicitación al capitán general de Cádiz, a quien expresaba su satisfacción y le aseguraba que «todos mis esfuerzos se han dirigido siempre a conseguir el mayor engrandecimiento de nuestra Marina». La un tanto precipitada entrega provisional del buque a la Marina se verificaría el 4 de septiembre. Se sabe que el ministro Beránger llevaba un seguimiento de las operaciones de la Escuadra de Ultramar en 1896, basándose en los papeles que guardaba Pedro (54) Con respecto a esta tragedia, el escritor Leopoldo Alas, Clarín, en el Heraldo de Madrid del 25 del mismo mes, escribió un artículo, «Palique», que contenía una dura crítica a los profesionales de la mar. La reacción no se hizo esperar por parte de la Marina de Guerra, y al día siguiente apareció un artículo del capitán de navío Víctor Concas que tachaba de «desatinos » y «bufonadas» las palabras de Clarín. Al mismo tiempo, un grupo de oficiales de la Armada destinados en Madrid dirigió una carta al director del Heraldo y a otros periódicos en la que pedían al autor de La Regenta que rectificase y se retractase de lo dicho, o en caso contrario harían de ello una cuestión de honor. La sangre no llegó finalmente al río, probablemente por la intervención del ministro Beránger. (55) Sesión de 8 de julio de 1897. (56) FONT BETANZOS, F.: «Unas anotaciones sobre la construcción y botadura del crucero Emperador Carlos V», en REVISTA DE HISTORIA NAVAL, núm. 129, Madrid, 2015, 35-54, p. 48. 34 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 132


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