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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 327

Olivier Hoslet/EFE Apenas tres días antes de los atentados, los ministro de Interior de Francia y Bélgica habían anunciado la detención en Bruselas de Salam Abdeslam, el cerebro de los atentados de París en los que murieron 130 personas y —ahora se ha constatado— uno de los principales líderes del Daesh en Europa. Llevaba en busca y captura desde finales de noviembre, y ha permanecido cuatro meses escondido a escasos metros de su barrio natal, Malenbeek, organizando y programando acciones en Bruselas. Tras su captura, sus comandos precipitaron las matanzas. «Si los Gobiernos Los autores de los atentados de París y Bélgica eran una única célula con sede en Bruselas internacional en Bélgica— y de que la lucha contra la barbarie, dentro y fuera de nuestras fronteras, se enraizará en los próximos años como el mayor reto para los responsables de nuestra seguridad. «La amenaza terrorista, combinada con el auge de los movimientos xenófobos y nacionalistas, puede llevarse por delante el espíritu que hizo grande al Viejo Continente. Si queremos ganar esta guerra debemos superar las acciones nacionales y poner en marcha un auténtico plan europeo que haga frente al mayor desafío —junto al de la inmigración— al que jamás nos hemos enfrentado» sentenció el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz. Las autoridades belgas, las europeas, tenían serios indicios para prever un inminente ataque del Daesh en sus calles. Y no fueron capaces de evitarlo. Bélgica es el país de la Unión con un mayor número de yihadistas: hasta febrero de este año, 562 belgas han viajado a Irak o Siria para engrosar las filas del autoproclamado califato, de los que una cuarta parte han retornado. hubieran aplicado los planes que aprobamos tras los ataques de París, no habríamos llegado a estos momentos trágicos», afirmó el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junkers, horas después de la masacre bruselense. COMANDOS EUROPEOS. Ni ahora ni en París los terroristas eran lobos solitarios o gente venida de fuera, sino jóvenes europeos que no pretenden atacar tanto a una ciudad o un país como a un modo de civilización. Son occidentales resentidos, defraudados con una sociedad en la que no ven expectativas y a quienes el Daesh convierte en fanáticos dispuestos a matar y morir en una guerra sin cuartel. Las investigaciones posteriores a la masacre de Bruselas han permitido la detención de una veintena de personas en Bélgica, París, Holanda y Alemania vinculadas con las matanzas en las dos ciudades europeas. Ahora sabemos quienes son, sus nombres, sus familias —varios de los kamikaces eran hermanos— y, lo más importante, que son de aquí. Y que estamos ante la punta del iceberg. Son comandos bien organizados que han establecido rutas y conexiones entre diversos países europeos y disponen de guaridas locales que les facilitan infraestructuras y apoyo. Uno de los suicidas del aeropuerto de Zaventem, Najim Laachraoui, ha sido identificado como el artificiero de los explosivos de París: su ADN se había encontrado en un cinturón explosivo y un trozo de pañuelo hallados en la sala de conciertos parisina Bataclan. Laachraoui, electromecánico de formación y de 24 años, dejó también huellas en uno de los pisos utilizados en la trama de París y alquiló un apartamento en el distrito bruselense de Schaerbeek —su localidad natal— donde se alojaron los terroristas que después actuaron en la capital francesa. Es más, los móviles han confirmado que fue él quien dio la última orden antes de comenzar las matanzas parisinas. Tuvo, además, vínculos con Mohamed Belkaid, un holandés de origen argelino abatido por las policías belga y francesa en una operación conjunta realizada un día antes de la detención de Abdeslam. El hombre que explosionó su carga en el metro, Jalid el Bakraoui, era hermano de Ibrahim Bakraoui, el otro suicida del aeropuerto (fueron dos quie Abril 2016 Revista Española de Defensa 45


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