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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 326

vención militar en Libia. A finales de 2015 Túnez se vio obligada a cerrar la frontera con Libia durante 15 días, y a acelerar la construcción de unas vallas que el Ejecutivo tunecino quiere dotar de sistemas electrónicos de vigilancia si la UE lo financia. Los autores de los atentados más importantes en Túnez el pasado año venían de Libia. Argelia, por su parte, ha desplegado miles de efectivos en su demarcación con Libia, y lleva a cabo constantes misiones de reconocimiento aéreo y terrestre a lo largo de los casi mil kilómetros de frontera común. Esta permanece cerrada desde el ataque terrorista a la base gasística argelina de Tiguenturin por un comando de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) que penetró en Argelia desde Libia. Otros países africanos, como Nigeria, se muestran extremadamente preocupados. El presidente de este país —potencia petrolera y uno de los más poblados de África—, Muhamadu Buhari, considera que la inestabilidad en Libia es «una bomba de relojería estratégica» que en caso de estallar afectará no sólo a la región y al continente africano, sino a Europa. «El sur de Libia, fuera de todo control, se ha transformado en un enorme bazar al aire libre de todo tipo de armamento, y amenaza la seguridad en el Sahel», insiste Buhari. Existen varias razones para explicar por qué el yihadismo terrorista se ha incrementado tanto en Libia. Entre ellas podemos citar seis. La primera es que la entonces incipiente resistencia islamista contra Muamar Gadafi, se atrincheró en las grandes ciudades dejadas al abandono, como Trípoli, Bengasi, Sirte y Derna. La segunda es que los gobiernos occidentales apoyaron directa e indirectamente esa resistencia islámica a la que suministraron armas. La tercera es que una buena cantidad de voluntarios yihadistas procedentes de Marruecos, Argelia y Túnez, que intentaban dirigirse a la guerra en Siria e Irak, se quedaron estancados en Libia al no poder alcanzar Turquía. La cuarta es que muchos combatientes de regreso de la Yihad en Oriente Próximo se han sumado a los grupos ya existentes en Libia (se cifran en más de 8.000 análisis internacional la denuncia de que muchos combatientes yihadistas sudaneses y de otras nacionalidades africanas se incorporan al Daesh en Libia llegando a través del corredor sudanés. Razón por la que Tobruk quiere reclutar a milicianos opositores sudaneses del Ejército de Liberación de Sudán (ALS) dirigido por Mini Manawi, para engrosar las filas del ejército libio al mando del general Haftar. Pero no es éste el único país criticado por el Ejecutivo libio por su apoyo a la insurgencia yihadista. También lo son países del Golfo como Catar, que el gobierno de Tobruk considera como trinchera logística y financiera para el Daesh. Miembros de una milicia fiel al parlamento de Tobruk patrullan la ciudad de Sirte para defenderse de los yihadistas del Daesh que ya dominan algunos barrios de esa ciudad. Por su parte, el gobierno de Trípoli amenaza a la vecina Túnez con cerrar unilateralmente la frontera entre los dos países, vital para la subsistencia de las poblaciones fronterizas, si Cartago persiste en prohibir a los aviones libios aterrizar en el aeropuerto internacional de Túnez. EFERVESCENCIA YIHADISTA Los servicios secretos estadounidenses estiman que el número de terroristas que se han unido a la Yihad en Libia se ha duplicado, alcanzando los 5.000, paralelamente a su reducción en el frente militar de Siria e Irak donde ya no superan los 25.000 combatientes, cuando hace un año eran algo más de 32.000. Los principales focos terroristas existentes en Libia engloban miles de individuos armados y organizados, con entrenamiento militar y experiencia de combate, dotados de una verdadera disciplina castrense, lo que hace de ellos auténticos ejércitos mercenarios. Una buena parte de las instalaciones petroleras así como los puntos estratégicos del país están en sus manos. Estas formaciones militares están equipadas con armamento moderno salido en su mayor parte de los arsenales del régimen de Gadafi. Esta situación inquieta profundamente STR/EFE a los países vecinos de Libia. Egipto se ha visto obligado a cerrar su frontera terrestre y a desplegar fuerzas militares en la zona para impedir el paso de comandos terroristas en ambos sentidos de la valla fronteriza: unos que vienen de los frentes sirio e iraquí con destino a Libia; y otros que podrían penetrar desde Libia a Egipto con la intención de cometer atentados. En Túnez el presidente Beji Caid Essebsi ha solicitado a la comunidad internacional ser consultado en caso de que se produzca una nueva inter- 18 Revista Española de Defensa Marzo 2016


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